jueves, 22 de febrero de 2024

 

INTRODUCCION

           

            Karl Von Clausewitz, el autor más citado y menos leído” fue la primera expresión que escuche del profesor Prepo y suficiente desafío para dedicarme a leer una obra que desde que soy cadete escuche repetir una y otra vez: …La guerra según, Karl Von Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios… pues hemos podido leer e interpretar que Karl Von Clausewitz, es mucho más que eso.

De la guerra son ocho libros dedicados como dice el prefacio: “el autor pretende diluir como granos de metal puro las ideas de largos años de reflexión sobre la guerra, aportes de hombres inteligentes y experiencias personales. Para que luego con el tiempo alguien presente los granos dispersos como un conjunto fundido exento de toda aleación…”

 

Comprendí que como oficial del ejército, como oficial de la infantería debía fundir cada grano de conocimiento de esta obra y traerla a nuestra actualidad, a nuestro contexto porque en elesta plasmado muchos años de historia, muchas tácticas de guerra y queda en nosotros emplear la táctica adecuada.

 

Para ser conciso este análisis se realizó sintetizando los párrafos de la obra, ya que a mi criterio, todos debemos leer la obra completa y no conformarnos con el leer un buen resumen o como este, un análisis bien concreto.

 

Solo se presentan el análisis de los dos primeros libros: La naturaleza de la guerra y la teoría de la guerra, pero en ambos libros el conocimiento va mucho más allá de su título, no es fácil sintetizar tantas ideas a la vez sin dejar de excluir ideas que para unos pueden ser secundarias para otro lector resulten trascendentales, por ello la recomendación de leer la obra completa y que cada quien funda las ideas que Karl Von Clausewitz dejo como su legado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIOGRAFIA

El general prusiano Karl Von Clausewitz, historiador especializado en temas bélicos y destacado profundizador del fenómeno de la guerra, nació en 1780 en Burg, cerca de Magdeburgo (Alemania). Hijo de un miembro del ejército de Federico el Grande, ingresómuy joven en la carrera de soldado. En 1801 siguió los cursos de la Academia Militar de Berlín, bajo la dirección del general Gerhard von Scharnhorst, granreorganizador del ejército prusiano. Después fue nombrado ayudante de campo delpríncipe Augusto de Prusia, junto al cual sirvió en el infortunado encuentro con las tropas de Napoleón en Jena (1806).

 

Caído en poder de los franceses, permaneció prisionero hasta 1809. Tras recuperar la libertad, actuó como profesor en la misma academia militar berlinesa donde había consolidado su experiencia, y con posterioridad asumió el cargo de jefe de sección del Ministerio de la Guerra alemán. En 1812 decidió formar parte del ejército ruso. Tan dramática iniciativa permite captar a las claras el concepto de la ética militar que Clausewitz poseía, pues la confrontación con su propio país no constituía para él más que el recurso de valerse de la guerra para liberar a aquél del dominio francés. Federico Guillermo III se había visto obligado a someterse a la presión de Napoleón, y Prusia se había convertido en aliada forzosa de Francia.

 

Clausewitzalimentaba la esperanza de que el zar Alejandro I redimiría a su nación de la ataduranapoleónica, y esa expectativa fue la que le impulsó a ocupar el bando contrario a susmismos compatriotas, con el fin de conseguir la anhelada liberación. En efecto, la batallade Leipzig significó la extinción de la influencia francesa sobre Alemania, y él, trasescribir, por encargo de otra gran personalidad militar prusiana, el mariscal de campoAugust von Gneisenau, el libro La campaña de 1813 hasta el armisticio, se incorporó denuevo, en 1814, al ejército prusiano, con el que pudo asistir a la batalla triunfal deWaterloo. De 1816 a 1830 ejerció la dirección de la Academia Militar de Berlín, la cualsólo dejó para ocupar un cargo en el Estado Mayor alemán. Falleció en 1831 enBreslau, fulminado por el cólera, cuando contaba 51 años. Su obra De la guerra, que leprocuraría la fama, tuvo una publicación póstuma, a instancias de su viuda.

 

De la guerra comprende ocho libros, de los que la edición que se ofrece recoge íntegramente los tres primeros. De los libros IV y V se incluye un resumen del contenido,mientras que del libro VI, dedicado a La defensa, se reproducen los capitales capítulosI,II, III y XXVI, y se hace lo propio con el libro VII, relativo al Ataque, del que se incluyeel capítulo XXII, no sin dar siempre noticia de lo omitido. Finalmente, del libro VIII,siguiendo la misma pauta, se ofrece el concluyente capítulo VI, en sus dos partes.Se presenta de este modo la parte más esencial de la obra de Clausewitz, cuyainfluencia sobre la concepción de la guerra no sólo constituyó la base del pensamientomilitar alemán hasta la ascensión al poder del nacionalsocialismo, sino que fue tenida encuenta por un pensador marxista como Engels, y luego por gerifaltes de la mismatendencia, como Lenin o Mao Zedong, en la delineación de su estrategia revolucionaria.No así por Stalin, quien, como vencedor de la Wehrmacht, no dudó en rebatirlatajantemente.

 

Sin embargo, la vigencia de las doctrinas de Clausewitz no ha cesado de ponerse demanifiesto en los numerosos estudios especializados que se les han dedicado y en elhecho de que hayan contribuido a asentar los principios que conforman la teoría actualde la guerra.

 

INDICE

INTRODUCCION                                                                                                     2

 

PREFACIO DEL AUTOR                                                                                         3

 

LIBRO I Sobre la naturaleza de la guerra                                                                6

 

Cap. I. ¿En qué consiste la guerra?                                                             6

Cap. II. El fin y los medios en la guerra                                                       14

Cap. III. El genio para la guerra                                                                   15

Cap. IV. Del peligro en la guerra                                                                  16

Cap. V. Del esfuerzo físico en la guerra                                                      16

Cap. VI. La información en la guerra                                                           17

Cap. VII. Las fricciones en la guerra                                                            17

Cap. VIII. Consideraciones finales al libro I                                                 18

 

 

LIBRO II Sobre la teoría de la guerra                                                                      19

 

Cap. I. Introducción al arte de la guerra                                                       19

Cap. II. Sobre la teoría de la guerra                                                             19

Cap. III. Arte de la guerra o ciencia de la guerra                                         26

Cap..IV. Metodología                                                                                    27

Cap. V. Crítica                                                                                              28

Cap. VI. De los ejemplos                                                                              30

 

 

APRECIACIÓN PERSONAL                                                                                   32

 

CONCLUSIONES                                                                                                    33

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PREFACIO DEL AUTOR

 

El autor no pretende mostrar un método científico, no es un, ni método definitivo de enseñanza; es un cumulo de materiales reunidos.

 

La parte científica pone en examen la esencia de los fenómenos que caracterizan la guerra y de que modo se vinculan con la naturaleza de las cosas, sin embargo el autor prefiere relacionarlo con los fenómenos que atañen a la experiencia porque es su ámbito natural.

 

La obra se estructura de su necesidad interna y tiene su fundamento en la experiencia considerada desde el punto de vista exterior. Se puede establecer una teoría sistemática de la guerra aunque todas se apartandel objetivo, el autor pretende diluir como granos de metal puro las ideas de largos años de reflexión sobre la guerra, aportes de hombres inteligentes y experiencias personales. Para que luego con el tiempo alguien presente los granos dispersos como un conjunto fundido exento de toda aleación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LIBRO I

Sobre la naturaleza de la guerra

 

Cap. I. ¿En qué consiste la guerra?

1. Introducción

Considerar los distintos elementos que conforman nuestro tema; las diversas partes o miembros que los componen y, finalmente, el todo en su íntima conexión. Es decir, iremos avanzando de lo simple a lo complejo. Pero será preciso comenzar con una referencia a la naturaleza del todo, ya que aquí, más que en otro lado, cuando se piensa en la parte debe pensarse simultáneamente en el todo.

 

2. Definición

guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad.  Su propósito es abatir al adversario e incapacitarlo para que no pueda proseguir con su resistencia.

 

La fuerza, para enfrentarse a la fuerza, recurre a las creaciones del arte y de la ciencia.

 

La fuerza, es decir, la fuerza física (porque no existe una fuerza moral fuera de los conceptos de ley y de Estado) constituye así el medio; imponer nuestra voluntad al enemigo es el objetivo.Para estar seguros de alcanzar este objetivo tenemos que desarmar al enemigo, y este desarme constituye, por definición, el propósito específico de la acción militar: reemplaza al objetivo y en cierto sentido prescinde de él como si no formara parte de la propia guerra.

 

3. Caso extremo del uso de la fuerza

Imaginar que existe unamanera artística de desarmar o abatir al adversario sin un excesivo derramamiento desangre, y que esto sería la verdadera tendencia del arte de la guerra. Se trata de unaconcepción falsa que debe ser rechazada.

 

Entemas tan peligrosos como es el de la guerra, las falsas ideas surgidas del sentimentalismoson precisamente las peores.

 

El uso de la fuerza física en su máximaextensión no excluye en modo alguno la cooperación de la inteligencia, el que se sirva deesta fuerza sin miramiento ni recato ante el derramamiento de sangre habrá de obtenerventaja sobre el adversario, siempre que éste no actúe del mismo modo. Así, cada unojustifica al adversario y cada cual impulsa al otro a adoptar medidas extremas, cuyolímite no es otro que el contrapeso de la resistencia que le oponga el contrario.Si la guerra constituye un acto defuerza, las emociones están necesariamente implicadas en ella.

 

La invención de la pólvora y el perfeccionamiento constante de las armas de fuegomuestran por sí mismos, de manera suficientemente explícita, que la necesidad inherenteal concepto teórico de la guerra, la destrucción del adversario, no se ha visto en modoalguno debilitada o desviada por el avance de la civilización. Reiteramos, pues, nuestraafirmación: la guerra es un acto de fuerza, y no hay un límite para su aplicación. Losadversarios se justifican uno al otro, y esto redunda en acciones recíprocas llevadas porprincipio a su extremo. Es esta la primera acción recíproca que se nos presenta y elprimer caso extremo con que nos encontramos.

 

4. Elobjetivo es desarmar al enemigo

Para que al oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura másdesventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos.

 

La peor posición a la que puede ser conducido unbeligerante es la del desarme completo. Por lo tanto, si hemos de obligar por medio de laacción militar al oponente a cumplir con nuestra voluntad, tenemos o bien que desarmarlode hecho, o bien colocarlo en tal posición que se sienta amenazado por la posibilidad deque lo logremos. De ahí se desprende que el desarme o la destrucción del adversario (seacual fuere la expresión que escojamos) debe consistir siempre el objetivo de la acciónmilitar.

 

Mientras no haya derrotado a mi oponente, tengo que albergarel temor de que sea él quien pueda derrotarme. Por tanto, no soy ya dueño de mí mismo,sino que aquél me justifica, al tiempo que yo lo justifico a él. Es esta la segunda acciónrecíproca que conduce a un segundo caso extremo.

 

5. Caso extremo de la aplicación de las fuerzas

Si queremos abatir a nuestro oponente, tenemos que regular nuestro esfuerzo de acuerdo con su poder de resistencia. Tal poder se pone de manifiesto como producto de dos factores indisolubles: la magnitud de los medios con que el oponente cuenta y la fuerza de su voluntad.

 

Será posible calcular la magnitud de los medios de que dispone, ya que ésta se basa en números (aunque no del todo); pero la fuerza de la voluntad no se deja medir tan fácilmente y sólo en forma aproximada, por la fortaleza del motivo que la impulsa. Si lográramos calcular de manera aproximada el poder de resistencia de nuestro oponente, podríamos regular nuestros esfuerzos. Pero nuestro oponente procederá del mismo modo, y a tenor de ello se produce entre nosotros una nueva puja que, desde el punto de vista de la teoría pura, nos conduce una vez más a un punto extremo. Es la tercera acción recíproca que se presenta, y el tercer caso extremo con el que nos encontramos.

 

6. Modificaciones en la práctica

El pensamiento reflexivo nodescansa hasta alcanzar el punto extremo, porque es con casos extremos con los que tieneque enfrentarse, si pretendemos deducir de la concepción puramenteteórica de la guerra un propósito absoluto, que podamos tener presentenosconducirán a extremos que no serán más que un juego de la imaginación.  Si, pretendemos librarnos de las dificultades, y estar preparados para ofrecer el máximo deresistencia, esa intención derivará en una simple normacarente de valor y sin aplicación en la práctica.

 

La voluntad delhombre no extrae nunca su fuerza de las sutilezas lógicas. Todo cambia de aspecto, pero, al pasar del mundo abstracto a la realidad. En laabstracción, todo permanecía supeditado al optimismo; era preciso concebir que amboscampos no sólo se inclinarían por la perfección, sino también por lograr conseguirla.¿Sucede esto siempre en la práctica? Las condiciones para ello tendrían que ser lassiguientes:

1. Que la guerra fuera un hecho totalmente aislado; que se produjera de improviso, ysin conexión con la previa vida política.

2. Que el conflicto bélico dependiera de una decisión única o de varias decisionessimultáneas.

3. Que su decisión fuera definitiva y que la consecuente situación política no fuera tenida en cuenta ni influyera sobre ella.

 

7. La guerra nunca constituye un hecho aislado

Ninguno de los dos oponentes es para el otro un ente abstracto, ni aun considerándolo como factor de la capacidad de resistencia, que no depende de algo externo, o sea, de la voluntad. Tal voluntad no constituye un hecho totalmente desconocido; lo que ha sido hasta hoy nos indica lo que puede ser mañana. La guerra nunca estalla de improviso ni su preparación tiene lugar en un instante. De ese modo, cada uno de los oponentes puede, en buena medida, formarse una opinión del otro por lo que éste realmente es y hace, y no por lo que teóricamente debería ser y hacer. Sin embargo, debido a su imperfecta organización, el hombre suele mantenerse por debajo del nivel de la perfección absoluta, y así estas deficiencias, inherentes a ambos bandos, se convierten en un principio reductor.

 

 

8. La guerra no consiste en un golpe insostenido

Si el resultado de la guerra dependiera de una decisión única, o de varias decisiones

tomadas simultáneamente, los preparativos para esa decisión o para esas decisionesdiversas deberían ser llevados hasta el último extremo. Si la decisión consistiera en varios actos sucesivos, cada uno de éstos, con las circunstancias que lo acompañan, podría suministrar una norma para los siguientes y, así, el mundo real ocuparía el lugar del mundo abstracto, modificando, de acuerdo con ello, la tendencia hacia el extremo.

 

Pero tal como hemos visto, en los preparativos para la guerra el mundo real  ocupa el lugar de la idea abstracta, y una medida real el lugar de un caso extremo hipotético. Cada uno de los oponentes, aunque no fuera por otra razón, se detendrá por tanto, en su acción recíproca, alejado del esfuerzo máximo y no pondrá en juego al mismo tiempo la totalidad de sus recursos. Sin embargo, la naturaleza misma de tales recursos, y de su mismo empleo, torna imposible su entrada en acción simultánea. Estos recursos comprenden las fuerzas militares propiamente dichas, el país, con su superficie y su población, y los aliados.

 

Más adelante intentaremos explicar con todo detalle que esta parte de los medios de resistencia que no puede ser puesta en acción a un tiempo es, en muchos casos, una parte del total mucho más grande de lo que podría pensarse y que, por lo tanto, es capaz de restablecer el equilibrio de fuerzas, aun cuando la primera decisión se haya producido con gran violencia y aquél haya sido alterado seriamente. Por ahora bastará con dejar sentado que resulta contrario a la naturaleza de la guerra el que todos los recursos entren en juego al mismo tiempo.

 

9. La guerra, con su resultado, no es nunca algo absoluto

Finalmente, tengamos en cuenta que la decisión final de una guerra no siempre esconsiderada como absoluta, sino que el estado derrotado a menudo ve en ese final un maltransitorio al que cabe encontrar remedio en las circunstancias políticas posteriores. Es evidente que también esto minora, en gran medida, la violencia de la tensión y la intensidad del esfuerzo.

 

 

 

10. Las probabilidades de la vida real ocupan el lugar de lo extremo y absoluto de la teoría

Así, todo el acto de la guerra deja de estar sujeto a la ley estricta de las fuerzas impulsadas hacia el punto extremo. Dado que no se teme ni se busca ya el caso extremo, se deja que la razón determine en vez de ello los límites del esfuerzo, y esto sólo puede ser llevado a cabo de acuerdo con la ley de las probabilidades, por deducción de los datos que suministran los fenómenos del mundo real.

 

De acuerdo con las leyes de la probabilidad, por el carácter, las instituciones, la situación y las circunstancias que definen al oponente, cada bando extraerá sus conclusiones respecto de cuál será la acción del contrario y, a tenor de ello, determinará la suya propia.

 

11. El objetivo político asume de nuevo el primer plano

Cuanto menor sea el sacrificio que exijamos denuestro oponente, debemos esperar que sean tanto más débiles los esfuerzos que hagapara realizar ese sacrificio. Sin embargo, cuanto más débil sea su esfuerzo, tanto menorpodría ser el nuestro. Por añadidura, cuanto menor sea nuestro objetivo político, tantomenor será el valor que le asignaremos y tanto más pronto estaremos dispuestos a dejarloa su arbitrio. Por ello, también por ello nuestros propios esfuerzos serán más débiles.Así, el objetivo político, como causa original de la guerra, será la medida tanto para el propósito a alcanzar mediante la acción militar como para los esfuerzos necesarios para cumplir con ese propósito.

 

Un mismo objetivo político puede originar reacciones diferentes, en diferentes naciones e incluso en una misma nación, en diferentes épocas. Por lo tanto, cabe dejar que el  objetivo político actúe como medida, siempre que no olvidemos su influencia sobre las masas a las que afecta.

 

12. La suspensión de la acción militar no se ha explicado hasta ahora

Cada acción requiere para su realización cierto tiempo, que es lo que llamamos persistencia. Esta puede ser más larga o más corta, según quienes actúen en ella se muestren más o menos rápidos en sus movimientos. Cada cual realiza las cosas a su manera, pero lo cierto es que la persona lenta no actúa lentamente porque quiera emplear más tiempo, sino porque, debido a su propia naturaleza, necesita más tiempo, y si hubiera de hacerlo con mayor rapidez no lo haría tan bien. En consecuencia, ese tiempo depende de las causas subjetivas, o queda reflejado en la duración real de la acción.

 

Si a cada acción de la guerra se le reconoce una duración, tenemos que admitir, por lo menos al pronto, que todo gasto de tiempo más allá de esa duración, o, lo que es lo

mismo, cualquier suspensión de la acción militar, parece ser absurda. En relación con ello, tendremos que recordar siempre que la cuestión no se centra en el progreso de uno u otro de los oponentes, sino en el progreso de la acción militar como un todo.

 

13. Existe únicamente una causa que puede suspender la acción, y esto pareceocurrir siempre tan sólo en un solo bando

            Sólo dejará de actuar en cualquiera de los dos oponentes por una sola razón, la de que se prefiere esperar un momento más favorable para la acción. Obviamente esta razón sólo puede surgir en uno de los dos bandos, debido a que, por su propia naturaleza, se opone diametralmente a la del otro. Si a uno de los que ejercen la jefatura le conviene actuar, al otro le convendrá esperar.

 

14. La acción militar tendría de este modo una continuidad que de nuevo impulsaría todo hacia una situación extrema

La experiencia nos dice que la acción militar rara vez, o nunca, presenta esta continuidad, y que en muchas guerras la acción asume la menor parte del tiempo, mientras que la inactividad ocupa el resto. Esto quizá no siempre constituya una anomalía. La suspensión de la acción militar debe ser posible, es decir, no implica una contradicción. Que esto es así y por qué ocurre así, lo mostraremos a continuación.

 

15. Surge aquí por tanto la evidencia de un principio de polaridad

El principio de polaridad sólo es válido si, como tal, es la misma cosa, en la que lopositivo y su contrario, lo negativo, se destruyen mutuamente. En una batalla, cada unode los bandos oponentes desea vencer, lo que constituye una verdadera polaridad, porquela victoria del uno resulta la derrota del otro. Pero si nos referimos a dos cosas diferentesentre las que exista una relación común objetiva, no serán las cosas, sino sus relaciones,las que posean polaridad.

 

16. El ataque y la defensa son cosas de clase distinta y de fuerza desigual. Debido a ello no pueden ser objeto de polaridad

Si sólo existiera una forma de guerra, digamos la que corresponde al ataque del enemigo, no habría defensa; ello es tanto como decir que si hubiera de distinguirse al ataque de la defensa sólo por el motivo positivo que el uno posee y del que la otra carece,si los métodos de lucha fueran siempre invariablemente los mismos, en tal empeño, cualquier ventaja de un bando tendría que representar una desventaja equivalente para elotro, existiendo entonces una verdadera polaridad.

 

La polaridad reside, pues, en que ambos bandos guardan una relación, como es la decisión, pero no en el ataque o en la defensa mismos. Si uno de los comandantes en jefe deseara posponer la decisión, el otro debería desear acelerarla, pero, por supuesto, solamente en la misma forma de conflicto. Si a A le interesara no atacar a su oponente inmediatamente, sino cuatro semanas más tarde, el interés de B se centraría en ser atacado inmediatamente y no cuatro semanas más tarde. Se trata de una oposición directa; pero no se desprende necesariamente de ello que a B le beneficie atacar a A de inmediato. Evidentemente, es algo muy distinto.

 

 

17. El efecto de la polaridad es anulado a menudo por la superioridad que muestra la defensa sobre el ataque. Ello explica la suspensión de la acción militar

Si la forma de defensa se muestra más fuerte que la de ataque, como vamos a demostrar, se plantea la cuestión de saber si la ventaja de una decisión diferida es tan grande para el bando que se apresta a atacar como la de la defensa lo es para el otro.  Cuando no lo es, no puede esa ventaja, mediante su contrario, superar éste e influir de esemodo en el curso de la acción militar. Comprobamos, por lo tanto, que la fuerzaimpulsiva inherente a la polaridad de intereses puede ser anulada por la diferenciaexistente entre la fuerza del ataque y la de la defensa, y dejar así de tener eficacia. Puede ser mejor librar uncombate defensivo en un futuro desfavorable que uno defensivo en el momento presente,o que entablar la paz. Al estar convencidos de que la superioridad de la defensa correctamenteentendida) es muy grande, mucho más de lo que al pronto podría parecer, seexplica la notable proporción que ocupan en la guerra los períodos carentes de acción, enque esto implique necesariamente una contradicción. Cuanto más débiles sean los motivos para la acción, tanto más serán neutralizados por esa diferencia entre el ataque yla defensa. Por lo tanto, la acción militar será impulsada con harta frecuencia a una pausa,que es en realidad lo que nos muestra la experiencia.

 

18. Una segunda causa reside en el conocimiento imperfecto de la situación

Todavía existe otra causa que puede suspender la acción militar, y es la del conocimiento imperfecto de la situación. Cada comandante en jefe sólo tiene un conocimiento personal exacto de su propia posición y no conoce la de su adversario más que por informes inciertos. Puede cometer errores de interpretación y, como consecuencia de ello, puede llegar a creer que la iniciativa corresponde a su oponente, cuando en realidad le corresponde a él mismo. Esta merma de conocimientos podría, en verdad, dar lugar tanto a acciones inoportunas como a inoportunas inacciones, y contribuir por sí misma a causar tanto retrasos como aceleramientos en la acción militar.

 

19. Los períodos frecuentes de inacción alejan aún más a la guerra del ámbito dela teoría absoluta y la convierten todavía más en un cálculo de probabilidades

Cuanto mayor sea la lentitud con que se desarrolle la acción militar y cuanto máslargos y frecuentes sean los períodos de inacción, tanto más fácilmente se podrá rectificarun error. El comandante en jefe se aventurará a ampliar sus suposiciones y al propio tiempo se mantendrá con mayor holgura por debajo del punto extremo que preconiza la teoría, y basará todas sus deducciones en la probabilidad y la conjetura. En consecuencia, el curso más o menos pausado de la acción militar dejará más o menos tiempo para aquello que la naturaleza de la situación concreta reclame por sí misma, es decir, un cálculo de probabilidades acorde con las circunstancias que concurran en el caso.

 

 

20. El azar es el único elemento que falta para hacer de la guerra un juego, y esde este elemento del que menos carece

Lo que se ha expuesto hasta aquí nos ha mostrado cómo la naturaleza objetiva de la guerra hace de ella un cálculo de probabilidades. Ahora sólo se requiere un elemento más para considerarla como un juego, y ciertamente ese elemento no le falta en absoluto: es el azar. Ninguna actividad humana guarda una relación más universal y constante con el azar como la guerra. El azar, juntamente con lo accidental y la buena suerte, desempeña un gran papel en la guerra.

 

21. Tanto por su naturaleza subjetiva como por su naturaleza objetiva, la guerrase convierte en un juego

Si reparamos ahora en la naturaleza subjetiva de la guerra, o sea, en las fuerzas necesarias para llevarla a cabo, se nos mostrará todavía más como un juego. El elemento dentro del cual se mueve la acción bélica es el peligro; pero ¿cuál es, en el peligro, la cualidad moral que predomina? El valor. Este es por cierto compatible con el cálculo prudente, pero el valor y el cálculo son distintos por naturaleza y pertenecen a ámbitos dispares del espíritu. Por otro lado, la osadía, la confianza en la buena fortuna, la intrepidez y la temeridad son todas manifestaciones del valor, y tales esfuerzos del espíritu tienden hacia lo accidental, porque es su propio elemento. Vemos, pues, que, desde el principio, el factor absoluto, el llamado matemático, no cuenta con ninguna base segura en los cálculos del arte de la guerra. De entrada nos hallamos ante un juego de posibilidades y de probabilidades, de buena y de mala suerte, que hace acto de presencia en todos los hilos, grandes o pequeños, de su trama y es el responsable de que, de todas las ramas de la actividad humana, sea la guerra la que más se parece a un juego de cartas.

 

22. Cómo esto concuerda mejor, en general, con el espíritu humano

Aunque nuestro entendimiento se siente por lo general inclinado a asentarse en lacerteza y la claridad, nuestro espíritu es preso a menudo de la incertidumbre. En lugar deabrirse camino de la mano de la inteligencia por el estrecho sendero de la investigación  filosófica y de la deducción lógica, prefiere moverse con lentitud, con la imaginación puesta en el dominio del azar y de la suerte, a fin de llegar, casi de modo inconsciente, a un terreno donde se siente extraño y donde todos los objetos que le son familiares parecen abandonarlo. En lugar de sentirse aprisionado, como en el primer caso, por la necesidad elemental, goza ahora de toda una gama de posibilidades. Extasiado, el valor alza el vuelo, y la osadía y el peligro se convierten en el elemento al que aquél se precipita, del mismo modo que un nadador audaz se arroja a la corriente.

 

            El arte de la guerra tiene que vérselas con fuerzas vivas y morales, de donde se deriva que lo absoluto y lo seguro le resultan inaccesibles; siempre queda un margen para lo accidental, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Así como por un lado aparece ese elemento accidental, por el otro el valor y la confianza en uno mismo deben hacer acto de presencia y llenar el hueco abierto. Cuanto mayor sea el valor y la confianza en uno mismo, más grande será el margen que cabe dejar para lo accidental. Por lo tanto, el valor y la confianza en uno mismo son elementos absolutamente esenciales para la guerra. Y en consecuencia, la teoría sólo debe formular aquellas reglas que ofrezcan un libre campo de acción para esas virtudes militares más necesarias y esclarecidas, en todos sus grados y variaciones. Hasta en la osadía hay sabiduría y prudencia, pero su apreciación responde a una escala diferente de valores.

 

 

23. La guerra sigue siendo todavía un medio serio para alcanzar un objetivo serio

Así es la guerra, así el jefe que la dirige y así la teoría que le atañe. Pero la guerra no constituye un pasatiempo, ni una simple pasión por la osadía y el triunfo, ni el fruto de un entusiasmo sin límites; es un medio serio para alcanzar un fin serio. Todo el encanto del azar que exhibe, todos los estremecimientos de pasión, valor, imaginación y entusiasmo que acumula, son tan sólo propiedades particulares de ese medio.

 

24. La guerra es una mera continuación de la política por otros medios (la frase más citada sobreclausewitz)

Vemos, pues, que la guerra no constituye simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realizaciónde ésta por otros medios. Lo que resta de peculiar en la guerra guarda relación con el  carácter igualmente peculiar de los medios que utiliza. El arte de la guerra en general, y eljefe que la conduce en cada caso particular, pueden determinar que las tendencias y los planes políticos no encierren ninguna compatibilidad con estos medios. Esta exigencia noresulta baladí; pero, por más que se imponga poderosamente en casos particulares sobre los designios políticos, debe considerársela siempre sólo como una modificación de esosdesignios, ya que el propósito político es el objetivo, mientras que la guerra constituye elmedio, y nunca el medio cabe ser pensado como desposeído de objetivo.

 

25. Naturaleza diversa de las guerras

Cuanto más intensos y poderosos sean los motivos y las tensiones que justifiquen la guerra, más estrecha relación guardará ésta con su concepción abstracta. Cuanto más encaminada se halle en la destrucción del enemigo, tanto más coincidirán el propósito militar y el objetivo político, y la guerra aparecerá más como puramente militar y menos como política. Pero cuanto más débiles sean las motivaciones y las tensiones, la tendencia natural del elemento militar, o sea la tendencia a la violencia, coincidirá menos con las directrices políticas; por tanto, cuanto más se aparte la guerra de su trascendencia natural, mayor será la diferencia que separa el objetivo político del propósito de una guerra ideal, y mayor apariencia tendrá la guerra de ser política.

 

26. Todas las guerras tienen que ser consideradas como actos políticos

En relación con nuestro tema principal, podemos apreciar que, si bien es verdad que en cierta clase de guerras la política parece haber desaparecido por completo, mientras que en otras aparece de forma bien definida, cabe afirmar, sin embargo, que unas son tan políticas como las otras.

 

27. Consecuencias de este punto de vista para la comprensión de la historia de laguerra y para los fundamentos de la teoría

En toda circunstancia tiene que considerarse a la guerra no como algo independiente, sino como un instrumento político. Tan sólo si adoptamos este punto de vista podremos evitar caer en contradicción con toda la historia de la guerra y hacer una apreciación inteligente de su totalidad. En segundo lugar, este mismo punto de vista nos muestra cómo pueden variar las guerras de acuerdo con la naturaleza de las motivaciones y de las circunstancias de las cuales aquéllas surgen.

 

28. Conclusión para la teoría

La guerra está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a pertenecer al ámbito del mero entendimiento. El primero de estos tres aspectos interesa especialmente al pueblo; el segundo, al comandante en jefe y a su ejército, y el tercero, solamente al gobierno. Las pasiones que deben prender en la guerra tienen que existir ya en los pueblos afectados por ella; el alcance que lograrán el juego del talento y del valor en el dominio de las probabilidades del azar dependerá del carácter del comandante en jefe y del ejército; los objetivos políticos, sin embargo, incumbirán solamente al gobierno. El problema consiste, pues, en mantener a la teoría en equilibrio entre estas tres tendencias, como si fueran éstas tres polos de atracción. En el libro que trata sobre la teoría de la guerra nos proponemos investigar la manera de resolver tal problema del modo más concluyente. Esa definición del concepto de la guerra se convierte para nosotros en el primer rayo de luz que ilumina los fundamentos de la teoría, que evidenciará por vez primera sus rasgos principales y nos permitirá distinguirlos.

 

 

Cap. II. El fin y los medios en la guerra

 

Las fuerzas militares tienen que ser destruidas, es decir, deben ser situadas en unestado tal que no puedan continuar la lucha. Aprovechamos la ocasión para aclarar que laexpresión «destrucción de las fuerzas militares del enemigo» debe ser siempreinterpretada únicamente en este sentido.

 

El territorio debe ser conquistado, porque de un país pueden extraerse siemprenuevas fuerzas militares.Pero, a pesar de que se hayan producido estas dos cosas, la guerra, es decir, la tensiónhostil y el efecto de las fuerzas hostiles, no puede considerarse como finalizada hasta quela voluntad del enemigo no haya sido sometida.

 

La voluntad, es decir, hasta que el gobierno y susaliados hayan sido impelidos a firmar la paz, o hasta que la población haya sido sometida.En efecto, aunque se cuente con una posesión completa del país, el conflicto puedeestallar nuevamente en el interior o mediante la ayuda de los aliados. Sin duda esto puedesuceder también después de firmada la paz, pero ello demostrará tan sólo que no todas lasguerras admiten una decisión y una componenda completas.

 

De los tres puntos que hemos enumerado, las fuerzas militares son las destinadas a ladefensa del país. El orden natural marca que son ellas las que deben ser destruidasprimero; luego habrá que conquistar el territorio, y, como resultado de estos dos triunfosy de la fuerza que entonces se posea, el enemigo será impelido a firmar la paz.El desarme del enemigo, como objetivo de la guerra considerado en abstracto, yúltimo medio de alcanzar el objetivo político, en el cual deben englobarse todos losdemás, de ningún modo se produce siempre en la práctica, ni es condición necesaria parala paz.

 

A estas alturas, pasamos adrede por alto la diferencia que indefectiblemente debeoriginar en la práctica el carácter positivo o negativo del objetivo político. Si bien elloasume la mayor importancia, como mostraremos más adelante, aquí tenemos queatenernos a una consideración más general, porque las intenciones políticas originalesvarían mucho en el transcurso de la guerra y al final pueden ser totalmente diferentes,precisamente porque están condicionadas en parte por los éxitos que se obtienen ysujetas por otra a los resultados aleatorios.

 

Surge ahora el problema de cómo se puede influir sobre la probabilidad de éxito. Enprimer lugar, se puede conseguir, como es lógico, utilizando los mismos mediosaplicados para derrotar al enemigo, es decir, la destrucción de sus fuerzas militares y laconquista de su territorio, si bien ninguno de ellos sería igual a este respecto comocuando se utilizaran con este objetivo. La segunda cuestión es cómo influir sobre el desgaste de esas fuerzas del enemigo, osea, cómo hacer más costoso el precio de sus éxitos. El desgaste de las fuerzas enemigasreside en la merma de su poder, o sea, en su destrucción, así como en la pérdida deterritorio, por lo tanto, en su conquista por nuestra parte. Por ahora sólo nosinteresa mostrar que, bajo ciertas condiciones, existen otras vías posibles para alcanzarnuestro objetivo, no siendo ni contradictorias, ni absurdas, y ni siquiera erróneas.

 

Se pueden también llevar a cabo tres manerasespeciales de acrecentar en forma directa el desgaste del enemigo. En primer términoaludiremos a la invasión, es decir, la ocupación del territorio enemigo, no con el propósitode permanecer en él, sino para exigir una contribución sobre él o para devastarlo.La segunda vía es laque dirige nuestra acción con preferencia hacia allí donde cabe causar mayores daños aladversario. La tercera vía, sinduda en mayor grado la más importante, debido al gran número de casos en que se aplica,es el desgaste del enemigo. La idea de desgaste en una lucha implica un agotamiento gradual delpoder físico y de la voluntad del adversario por la prolongada continuidad de acción.

 

Si por nuestra parte queremos sobrevivir al enemigo debemos limitarnos a fijar objetivos lo más modestos posibles El objetivo más modesto que podemos plantearnos, empero, es la resistenciapura, la resistencia es algo activo, y mediante ella es posible que la destrucción causada surtaefecto, hasta el punto de lograr que el enemigo abandone su intento. Este será nuestroúnico propósito Por tanto, si la intención negativa, o sea, la concentración de todos los medios en unaresistencia pura, permite alcanzar una superioridad en el combate, y si esto resultasuficiente para equilibrar cualquier ventaja que pueda haber adquirido el enemigo,entonces la simple continuidad del combate será suficiente para conseguir, de formagradual, que la pérdida de fuerzas sufrida por el enemigo llegue a un punto en que suobjetivo político no tenga una adecuada compensación Este método de agotar al enemigo es el que caracteriza el grannúmero de casos en los que el más débil se impone ofrecer resistencia al más fuerte.

 

En la guerra existemás de una vía para alcanzar nuestros objetivos; que en ello no siempre estánecesariamente implicada la derrota del enemigo; que la destrucción de las fuerzas deladversario, la conquista de sus territorios, su simple ocupación, o invasión, las accionesdirigidas directamente a afectar las relaciones políticas y, finalmente, la espera pasiva delataque enemigo, son todos ellos medios, cada uno en particular, que cabe utilizar paradoblegar la voluntad del adversario, de acuerdo con las circunstancias especiales queconcurren, al tiempo que nos permiten esperar más de uno que del otro.

 

 

Dediquemos ahoranuestra atención a los medios. Uno solo es el que existe: es el combate.esto será siempre así, a pesar de la diversidad y complicación que ofrece larealidad, es algo que puede ser probado por una vía muy sencilla. Todo cuanto ocurre enla guerra, lo hace mediante las fuerzas militares; allí donde se emplea una fuerza, esdecir, hombres armados, la idea del combate tiene que prevalecer necesariamente porencima de todo.Por tanto, todo cuanto se relaciona con las fuerzas militares y, en consecuencia, todo

lo que pertenece a su creación, mantenimiento y empleo, es propio de la actividad de laguerra.

 

 

Cap. III. El genio para la guerra

 

Toda actividad de carácter especial exigecualidades especiales de entendimiento y temperamento. Cuando estas cualidades poseenun alto grado de excelencia y se ponen de manifiesto a través de realizaciones extraordinarias,se distingue al espíritu al cual pertenecen con el término de «genio». Pero no podemos ocuparnos del genio queha obtenido su título gracias a un talento superlativo, del genio propiamente dicho,porque este es un concepto que no presenta unos límites definidos. Lo que tenemos quehacer es considerar todas las tendencias combinadas de las fuerzas del espíritu hacia laactividad militar, y considerar entonces a éstas como la esencia del genio militar. Decimos tendencias combinadas, porque el genio militar no consiste en una cualidadúnica para la guerra, por ejemplo, el valor, al tiempo que pueden faltar otras cualidadesdel entendimiento o del carácter, o tomar una dirección inútil para la guerra, sino queresulta una combinación armoniosa de fuerzas, en la cual puede predominar una u otra,pero ninguna debe hallarse en oposición. Si se exigiera que cada combatiente poseyese en una medida u otra genio militar,probablemente nuestros ejércitos serían muy débiles, dado que, justamente porque elgenio implica una tendencia especial de las fuerzas del espíritu, sólo se dará en rarasocasiones, allí donde en un pueblo se presenten y sean adiestradas en aspectos muydiversos. Debe existir un balance entre el valor y la inteligencia y en esto influye el origen o el lugar donde procede el militar, generalmente de los campo sale el militar aguerrido y trabajador pero poco inteligente o desarrollado, mientras en las ciudades hay mucho intelecto pero falta de la energía ya que generalmente en las ciudades solo se actúa por interés y no por necesidad.

 

 

 

Cap. IV. Del peligro en la guerra

 

Por lo general, antes de experimentar lo que constituye en realidad el peligro nosformamos de él una idea que resulta más atractiva que repulsiva. En campo de batalla, bajo rigor del estremecedor ruido de proyectiles y granadas y ante el contacto con cadáveres cada militar actúa diferente, el hombre común nunca alcanza una plena frialdad y una elasticidad de espíritu natural. Comprobemos, por tanto, una vez más, que no bastan las cualidades comunes, lo cual será tanto más cierto en cuanto se amplíe el ámbito de actividad que haya de ser abarcado. Se requiere una entusiasta, estoica e innata valentía, una ambición imperiosa, o una dilatada familiaridad con el peligro, para que todos los efectos producidos en este medio cada vez más agravante no escapen a la medida que desde un despacho puede aparecer solamente como común. El peligro pertenece a la fricción propia de la guerra. Para comprenderlo de manera real se precisa apreciarlo correctamente, y es por esta razón por la que nos hemos referido a él en este capítulo.

 

 

Cap. V. Del esfuerzo físico en la guerra

 

Si no se consintiera que nadie pudiese dar su opinión sobre los acontecimientos de laguerra excepto en el momento en que se encontrara entumecido por el frío, sofocado porel calor y la sed o dominado por el hambre y la fatiga, sin duda contaríamos con muypocos juicios correctos objetivamente, pero lo serían por lo menos subjetivamente, esdecir, expondrían la relación exacta entre la persona que juzga y el objeto juzgado. Según nuestra opinión,ello indica la influencia que ejerce el esfuerzo físico y la importancia que debe darse aéste al emitir un juicio.El esfuerzo físico tiene ante todo que ser incluido en la guerra entre los muchosfactores cuyo valor no puede tasarse de forma tajante. Si bien sólo se trata aquí del esfuerzo que un comandante en jefe exige de su ejército,o que un jefe exige de sus subordinados, y se refiere, por lo tanto, al valor para recabarese esfuerzo y al arte para mantenerlo, no debemos, sin embargo, pasar por alto elesfuerzo físico exigible al mismo comandante. Tras haber efectuado escrupulosamentehasta aquí el análisis de la guerra, debemos tener en cuenta también el peso que entrañaeste extremo residual.Nos referimos al esfuerzo físico en particular porque, lo mismo que el peligro,pertenece a las causas fundamentales de la fricción, y porque su indefinida magnitud loconvierte en una masa elástica cuya fricción resulta, evidentemente, difícil de calcular.

Cap. VI. La información en la guerra

 

Con el término «información» significamos todo el conocimiento que poseemos sobre el enemigo y su territorio. De hecho constituye, por tanto, el fundamento de todos nuestros planes y nuestras acciones. Considérese la naturaleza de este fundamento, su incertidumbre y su volubilidad y bien pronto se tendrá la impresión de que la guerra es una estructura peligrosa, que puede desmoronarse fácilmente y sepultarnos entre sus escombros. Aunque en todos los libros se nos dice que sólo debemos confiar en la información segura y que no tenemos que dejar de ser desconfiados, esto no es más que un consuelo libresco, producto de esa sabiduría en que se refugian los artífices de sistemas y de compendios cuando no tienen nada mejor que decir. Una gran parte de la información que se obtiene en la guerra resulta contradictoria, otra parte más grande es falsa, y la parte mayor es, con mucho, un tanto dudosa. Lo que en este caso se puede exigir de un oficial es la posesión de cierto poder de discriminación que sólo puede obtenerse gracias al juicio y al conocimiento de los hombres y de las cosas. La ley de la probabilidad tiene que ser su guía. Esta no representa una dificultad insignificante, ni siquiera con referencia a los primeros planes, aquellos que se preparan en los despachos y que permanecen todavía fuera del ámbito real de la guerra; pero aquélla se acrecienta enormemente cuando en el fragor de la batalla un informe sigue al otro. Hay que dar gracias a la fortuna si estos informes, al contradecirse unos a los otros, producen una especie de equilibrio y provocan por sí mismos la crítica.

 

 

Cap. VII. Las fricciones en la guerra

 

Mientras no se tenga un conocimiento personal de la guerra no se podrá apreciar dónde residen las dificultades que encierra, ni la importancia que realmente asumen el genio y las extraordinarias cualidades espirituales que se le exigen a un comandante en jefe. Todo parece tan simple, parecen tan sencillas las formas de conocimiento requeridas, y tan fútiles sus combinaciones, que, en comparación con ellas, el problema más elemental de matemáticas superiores adquiere una significación científica evidente. Pero en cuanto se conoce la guerra, todo se vuelve inteligible. Sin embargo, resulta extraordinariamente difícil describir qué es lo que produce este cambio y designar con un nombre ese factor invisible y universalmente operativo. Todo es muy simple en la guerra, pero hasta lo más simple resulta difícil. Estas dificultades se acumulan y causan una fricción, de la cual nadie que no haya asistido a una guerra puede formarse una idea ajustada. Supongamos que un viajero decide, al finalde una jornada, realizar dos etapas más, lo que puede significarle cuatro o cinco horas por carretera, con caballos de posta. Al cubrir la penúltima etapa, no encuentra caballos o los encuentra en deficiente estado; luego le espera un terreno montañoso, caminos en mal estado, etc.; la oscuridad ya es completa, y el viajero, tras muchas dificultades, se alegra de haber alcanzado la próxima parada y de encontrar allí alguna comodidad, por escasa que sea. Del mismo modo ocurre en la guerra, debido a la influencia de innumerables circunstancias cuya insignificancia ha hecho que no las tomáramos en cuenta de antemano; todo nos deprime y nos aleja de nuestro propósito. Una poderosa voluntad de hierro supera esta fricción: pulveriza los obstáculos, pero al mismo tiempo destruye a la máquina. La fricción es la única concepción que de un modo bastante general corresponde a lo que distingue la guerra real de la guerra sobre el papel. La máquina militar, el ejército y todo lo que le corresponde, es en el fondo muy simple, y por esa razón parece fácil de manejar. Pero hay que tener presente que ninguna parte de esa máquina se compone de una sola pieza, sino que está compuesta de múltiples individuos, cada uno de los cuales mantiene su propia fricción hacia todas las direcciones. En teoría, esto suena muy bien: el jefe de un batallón es responsable de ejecutar la orden recibida, y como el batallón, por su disciplina, está como fundido en una sola pieza, y su jefe tiene que ser un militar de reconocida diligencia, la palanca gira sobre ese pivote de hierro con poca fricción. Pero no ocurre así en la realidad, y todo lo que encierra de exagerado y falso la concepción se pone inmediatamente de manifiesto en la guerra. Esta terrible fricción, que no se halla concentrada, como en la mecánica, en unos pocos puntos, aparece por lo tanto en todas partes en contacto con el azar, y produce así incidentes casi imposibles de prever, justamente porque corresponden en gran medida al azar. La acción en la guerra equivale a un movimiento en un medio penoso. Al igual que un hombre sumergido en el agua es incapaz de ejecutar incluso el más simple y natural de los movimientos, como es el de caminar, del mismo modo, en la guerra, mediante el uso de las fuerzas corrientes no podemos mantenernos siquiera en el plano de la medianía. Esta es la razón por la cual el teórico que actúa con corrección es como el maestro de natación que manda hacer en seco los movimientos que serán necesarios en el agua, los cuales pueden parecer ridículos y exagerados a quienes no piensan en la naturaleza del agua.

 

También es esta la razón por la cual los teóricos que nunca se han sumergido en ese elemento, o que no saben abstraer ninguna generalización de sus experiencias, se muestran faltos de práctica y hasta devienen absurdos, porque solamente enseñan algo que cualquiera sabe: caminar. En consecuencia, la fricción, o lo que aquí hemos denominado así, constituye lo que en la realidad convierte en difícil aquello que parece fácil. A medida que prosigamos con nuestra exposición saldrá a relucir más de una vez este tema, y por ello ha de resultar evidente que, además de la experiencia y una firme voluntad, se requieren algunas otras cualidades especiales del espíritu para hacer que un general se distinga por su excelencia.

 

Cap. VIII. Consideraciones finales al libro I

 

Hemos designado al peligro, al esfuerzo físico, a la información y a la fricción como elementos que concurren en la atmósfera de la guerra y hacen de ésta un medio penoso para la realización de toda actividad. El hábito fortalece el cuerpo sometido a los esfuerzos extremos, otorga fuerzas al pensamiento ante el peligro, afirma el juicio frente a las primeras impresiones. Por su intermedio se adquiere una valiosa presencia de ánimo en todos los niveles, desde el húsar y el tirador hasta el general de división, lo cual no deja de facilitar la tarea del general en jefe. No hay ningún general en jefe que pueda proporcionar a su ejército el hábito de la guerra, y los ejercicios en tiempo de paz sólo proporcionan un débil sucedáneo; débil en comparación con la experiencia que otorga la participación real en la guerra, pero no en relación con los ejercicios que en otros ejércitosse limitan a simples actos mecánicos de rutina. Esto se aplica incluso a los esfuerzos  físicos, que deben ser practicados, no tanto para acostumbrar el cuerpo a ellos, sino para adiestrar la mente. En la guerra, el soldado novel tiende a considerar los esfuerzos desusados como una consecuencia de faltas serias, errores y dificultades en la conducción del conjunto, y por esa razón se siente doblemente deprimido. Esto no le sucederá si ha sido preparado de antemano mediante ejercicios en tiempo de paz.

 

 

LIBRO II

Sobre la teoría de la guerra

 

Cap. I. Introducción al arte de la guerra

 

Las necesidades del combate han conducido a los hombres a efectuar invencionesparticulares con el fin de decantar en su favor las ventajas que aquél puede depararles.Como consecuencia de estos hallazgos, el combate ha experimentado grandes cambios,pero cualquiera que sea la dirección por la que se encamine, su concepto permaneceinalterado, siendo él el que define a la guerra.

 

El combate determina todo cuanto se refiere a las armas y los equipos, y éstos a suvez modifican la esencia del combate. En consecuencia, existe una relación recíprocaentre unos y otro.No obstante, el combate constituye una forma bastante peculiar de actividad, tanto sesupeditan a él; El combate determina todo cuanto se refiere a las armas y los equipos, y éstos a suvez modifican la esencia del combate. En consecuencia, existe una relación recíprocaentre unos y otro. En consecuencia, el arte de la guerra, en su verdadero sentido, es el arte de hacer usoen combate de los medios dados, y a ello no cabe asignarle un nombre mejor que el de«conducción de la guerra». Por otra parte, en el más amplio de los sentidos, todasaquellas actividades que concurren, por descontado, en la guerra ––todo el proceso de creación de las fuerzas armadas, es decir, el reclutamiento, el armamento, elequipamiento y el adiestramiento–– pertenecen a ese arte de la guerra.

 

La dirección de la guerra equivale, por lo tanto, a la preparación y la conducción delcombate. Si éste fuera un acto único, no habría necesidad de ninguna otra subdivisión.Pero el combate está compuesto de un número más o menos grande de actos aislados,cada uno completo en sí mismo, que llamamos encuentros Por lo tanto, siempre de acuerdo con nuestra clasificación, la táctica constituye laenseñanza del uso de las fuerzas armadas en los encuentros, y la estrategia, la del uso delos encuentros para alcanzar el objetivo de la guerra. Hemos afirmado en el libro I, capítulo II, que mientras se defina el combate o elencuentro como la única actividad directamente eficaz, los hilos conductores de todas lasactividades estarán incluidos en él, porque en él finalizan. Con esto queremos significarque así queda fijado el objetivo de todas las demás, y que éstas tratan entonces dealcanzarlo de acuerdo con las leyes que las atañen. Aquí convendrá dar una explicaciónmás detallada.

 

Posterior a los preparativos para la guerra, la fuerza, los medios y las armas también se deben considerar las actividades durante la guerra en si que comprenden las marchas, los campamentos, las instalaciones sanitarias, los servicios básicos y el mantenimiento del material y equipo.

 

 

Cap. II. Sobre la teoría de la guerra

 

1. Al principio se entendía por arte de la guerra tan sólo la preparación de las fuerzas armadas sólo aquellas ramas del conocimiento y de la habilidad que atañen a las cosasmateriales. La adaptación, la preparación y el uso de las armas, la construcción defortificaciones y trincheras, la organización del ejército y el mecanismo de susmovimientos, constituían el tema de esos conocimientos y habilidades y conducían a ladescripción de una fuerza armada que pudiera ser utilizada en la guerra.

 

2. La conducción de la guerra hizo su primera aparición en el arte del asedio se evidenció como tal por sus resultados,en la medida en que el pensamiento incorporaba nuevos objetos materiales, como son losataques, las trincheras, los contrataques, las baterías, etc.

 

3. Entonces la táctica trató de abrirse camino en la misma dirección trató de imponer al mecanismo de sus combinaciones el carácterde un orden universalmente válido y fundado en las propiedades particulares delinstrumento. Sin duda ello conduce al campo de batalla, pero no a una libre actividadmental. Por el contrario, con un ejército convertido en autómata, debido a la rigidez de laformación y del orden de batalla, y que sólo se ponía en movimiento gracias a la voz demando, se entendía que su actividad debía ser como el movimiento de un reloj.

 

4. La conducción real de la guerra apareció tan sólo de forma incidental y demanera solapada el libre uso de los medios disponibles,preparados con anterioridad ––y libres en el sentido de su adaptabilidad a las necesidadesmás específicas––, se pensó que no podía constituir el material para una teoría, sino quedebía ser dejada en las únicas manos del talento natural. las reflexiones erradas sobre esta materia se impusieron en elpensamiento de los hombres, pero en la mayor parte de los casos solamente aparecieronen memorias y narraciones, en forma incidental y, por así decirlo, de manera solapada.

 

5. Las reflexiones sobre los acontecimientos militares pusieron en evidencia la

necesidad de contar con una teoría surgió la necesidad urgente de contar con principios yreglas básicas que pusieran fin, de algún modo, a la controversia que, como es lógico, sehabía entablado respecto de la historia militar, resultado del conflicto de opiniones

 

6. Intentos para establecer una teoría positiva Surgió entonces el intento de establecer principios, reglas y hasta sistemas para laconducción de la guerra. Se estableció, en consecuencia, un fin positivo, sin que sevislumbraran de forma apropiada las innumerables dificultades que, en relación con ello,presenta la conducción de la guerra.

 

7. Limitación a los objetivos materiales Cuando los autores encontraron los inconvenientes propios del estudios de la guerra trataron de limitarlo y Pretendían, como ocurre en las ciencias quetratan de la preparación para la guerra, llegar a resultados perfectamente establecidos ypositivos y, como resultado de ello, tomar en consideración solamente aquello que pudieraconvertirse en materia de cálculo.

 

8. La superioridad numérica es el factor que pueden conducir a la victoria, debido a que, mediante combinaciones detiempo y de espacio, podía ser incluida en una codificación matemática.

 

9. Sustento de las tropas En un desarrollo más que nada teórico, Por esta vía se llegó realmente a cifras definidas, pero eran cifras basadas en uncúmulo de suposiciones bastante arbitrarias, que no pudieron superar la prueba de laexperiencia.

 

10. La base comprendía el sustento del ejército, el mantenimiento de sunúmero y de sus medios de avituallamiento, la seguridad de las comunicaciones con elpropio país y, finalmente, la seguridad de la retirada en caso de que ésta se hicieranecesaria. Todo ello para llegar a meros resultados geométricos, lo que carece totalmente devalor. Efectivamente, esta última cuestión es inevitable, si consideramos que no caberealizar ninguna de esas substituciones sin violentar la verdad y sin excluir algunas de lascuestiones que figuraban en las concepciones iniciales. Para la estrategia, la concepciónde una base es una necesidad real, y sin duda constituye un mérito haberla establecido;pero hacer un uso tal de ella, como el que se ha indicado, es totalmente inadmisible

 

11. Líneas internas A pesar de que este principioreposa sobre una base justa, la de que el encuentro es el único medio eficaz en la guerra,sin embargo, debido precisamente a su simple naturaleza geométrica, no constituye sinouna nueva parcialidad que de ningún modo debe privar sobre la vida real.

 

12. Todos estos intentos son reprobables tienen que ser considerados como unprogreso en el terreno de la verdad sólo en la medida en que son analíticos; en su partesintética son inútiles tanto en sus progresos como en sus reglas.

 

13. Excluyen al genio de las reglas ¡Ay del guerrero que tenga que arrastrarse en ese mezquino mundo de las reglas,carentes de valor para el genio, quien se considera superior a ellas y de las cuales en todocaso puede burlarse! Lo que el genio haga será siempre la más hermosa de las reglas, y lateoría no puede hacer nada mejor que mostrar cómo y por qué esto es así.¡Ay de la teoría que se oponga al espíritu! No podrá compensar esta contradiccióncon sumisión alguna, y cuanto más sumisa se muestre, tanto más pronto el menosprecio yel ridículo la alejarán de la vida real.

 

14. Dificultades de la teoría en cuanto se consideran las magnitudes espirituales Cualquier teoría encuentra fenomenales dificultades en el momento en que trata conmagnitudes espirituales. La arquitectura y la pintura son conscientes del lugar queocupan, mientras tengan que vérselas sólo con la materia; no hay discusión acerca de laconstrucción óptica y la mecánica. Pero estas reglas se diluyen en conceptos vagos tanpronto como empiezan a actuar los efectos espirituales, tan pronto como aparecenimpresiones y sentimientos.

 

15. En la guerra no cabe excluir las magnitudes espirituales su actividad nunca es dirigida únicamente contra la materia,sino siempre, al mismo tiempo, contra la fuerza espiritual que da vida a esa materia, y esimposible separar una de la otra. Pero las magnitudes espirituales pueden apreciarseúnicamente por medio de la visión interior, y ésta difiere en cada individuo y a menudovaría en la misma persona en distintos momentos y épocas.

 

16. Dificultad principal que entraña una teoría de la conducción de la guerra para deducir de ello el carácter que debe corresponder a dichateoría, habrá que examinar más de cerca las principales particularidades que determinanla naturaleza de la acción bélica.

 

17. Primera característica: fuerzas y efectos espirituales Teóricamente, tendemos a considerar el combatecomo una prueba abstracta de fuerza, como un fenómeno aislado en el cual los sentimientosno tienen intervención. Éste es uno de los muchos errores en que caendeliberadamente las teorías, porque nunca están dispuestas a apreciar las consecuenciasde ello.Además de esa exacerbación de los sentimientos que nace de la propia naturaleza delcombate, existen otros que no pertenecen esencialmente a él (la ambición, el deseo dedominio, exaltaciones de cualquier clase, etc.), pero que pueden asociársele fácilmentepor la afinidad de que hacen gala.

 

18. Las impresiones del peligro los efectos del peligro influyen en las emociones, ya sea de mododirecto, es decir, instintivamente, ya por medio del entendimiento. En el primer caso seprovocaría el deseo de escapar al peligro, y, si esto no pudiera lograrse, podría surgir elmiedo y la inquietud. Si este efecto no se produce, es el valor el que actúa como uncontrapeso para ese instinto. Sin embargo, el valor no constituye en forma alguna un actodel entendimiento, sino un sentimiento, del mismo modo que lo es el miedo. Este últimopersigue la preservación física, mientras que el valor busca la preservación moral.

 

19. Alcance de la influencia que ejerce el peligro: El peligro domina al jefe no sólo porque lo amenaza a él personalmente, sinotambién mediante la amenaza a todos aquellos que se hallan bajo sus órdenes; no sólo enel momento en que se hace presente en realidad, sino por medio de la imaginación entodos los momentos relacionados con el presente, y, por último, no sólo directamente, porsí mismo, sino también de manera indirecta, por la responsabilidad que asume, la cualprovoca que en la mente del jefe el peligro adquiera un peso diez veces mayor

 

20. Otras fuerzas emotivas surgen por todas parteslos intereses y la actividad múltiple de las pasiones, las buenas y las malas. La envidia yla nobleza de espíritu, el orgullo y la humildad, la cólera y la compasión, todas puedenhacer su aparición como fuerzas activas en el gran drama.

 

21. Cualidades mentales Cabe esperar cosas muy diferentes de una menteimaginativa, extravagante e inexperta, en comparación con las que proceden de unentendimiento frío y poderoso.

 

 

22. La diversidad de caminos que conducen al fin entrevisto surge de ladiversidad de características espirituales del individuo es producidaprincipalmente por la gran diversidad existente en la individualidad de las característicasespirituales, cuya influencia se hace sentir sobre todo en los grados superiores, porque seacrecienta a medida que se asciende en la escala jerárquica. Es esto asimismo lo que dalugar a que el juego de la suerte y la probabilidad participe en forma tan desigual en eldesarrollo de los acontecimientos.

 

23. Segunda cualidad: la rapidez de reacción gira en torno a su rápida reacción y la acciónrecíproca que ésta origina. Lo que se debe tener presentees el hecho de que la acción recíproca se opone a ser sometida a cualquier regularidad

 

24. Tercera cualidad el talento o el simplevaivén de la fortuna tendrán que servir de guía a falta de un saber objetivo.

 

25. Resulta imposible establecer un sistema positivo de reglas Por versátil que pudiera ser su construcción,se obtendría un resultado idéntico a aquel del cual ya hemos hablado: el talento y elgenio actuarían por encima de la ley, y la teoría se apartaría por completo de la realidad.

 

26. Vías posibles para una teoría Se presentan ante nosotros dos maneras de afrontar esta dificultad.En primer lugar, lo que hemos indicado respecto de la naturaleza de la acción militaren general no se corresponde del mismo modo a la acción en todos sus grados. En losinferiores se requiere mayor coraje para la abnegación, pero son infinitamente menoreslas dificultades que afrontan el entendimiento y el juicio.Pero también con una división objetiva del tema las dificultades no son las mismas entodas partes, sino que disminuyen en la medida en que los efectos se ponen de manifiestoen el mundo material y se acrecientan en la medida en que pasan a serlo del espiritual, yse transforman en motivos determinantes de la voluntad. En razón de ello resulta másfácil determinar la ordenación interna, el plan y la dirección de un encuentro mediantereglas teóricas que fijar el uso que cabe hacer del encuentro mismoEn suma, la táctica dispondrá con menosdificultad de una teoría que la estrategia.

 

27. La teoría debe ser una consideración, no una regla para la acción La segunda vía para la posibilidad de establecer una teoría es adoptar el principio deque no hace falta que ésta sea un cuerpo de reglas positivas, es decir, que no seaindefectiblemente una guía para la acción. Siempre que una actividad, en su mayor

Proporción, se halle referida a las mismas cosas, a los mismos fines y los mismos medios,incluso con pequeñas diferencias y la correspondiente variedad de combinaciones, esascosas deberán disponer de la capacidad de transformarse en objetos de consideraciónmediante la razón.

 

28. Bajo este punto de vista, la teoría se convierte en posible y deja decontraponerse a la práctica una teoría que sea útil y no se contraponga con larealidad. La conciliación con la práctica dependerá tan sólo de que sea utilizada de manerainteligente, haciendo desaparecer por completo esa diferencia absurda entre teoría ypráctica, producida a menudo por teorías erróneas, alejadas del sentido común, y que hansido con frecuencia manejadas por mentes ignorantes y de criterio estrecho que insistenen continuar en su ineptitud.

 

29. La teoría, pues, toma en consideración la naturaleza de los fines y de losmedios. Fines y medios en la tácticaEn la táctica, los medios están constituidos por las fuerzas armadas adiestradas, quehan de llevar a cabo el combate. El fin es la victoria. Más adelante, al considerar elencuentro, explicaremos esta idea de manera más precisa.

 

30. Circunstancias que acompañan siempre el uso de los medios Estas circunstancias son el lugar del encuentro (el terreno), la hora del día y el estadodel tiempo.

 

31. El lugar del encuentro

 

32. La hora del día

 

33. Estado del tiempo

 

34. Fines y medios en la estrategiaLa victoria, es decir, el éxito táctico, en principio es tan sólo un medio para laestrategia y en última instancia, los hechos que han de conducir a la paz son los queconstituyen su objetivo final. El empleo de ese medio para alcanzar el objetivo va acompañadotambién de circunstancias que ejercen más o menos influencia sobre él.

 

35. Circunstancias que acompañan el uso de los medios de la estrategia Estas circunstancias son la región y el terreno, incluyendo en primer lugar el territorioy los ocupantes del escenario de la guerra; luego, la hora del día y la época del año; y,finalmente, el tiempo, en particular en sus manifestaciones menos comunes, como lasheladas pertinaces, etcétera.

 

36. Estas circunstancias posibilitan la adopción de nuevos medios Al combinar estas cosas con el resultado de un encuentro, la estrategia (y por lo tanto el encuentro) da un significado particular a este resultado, asignándole un objetivoespecial. Pero tal objetivo tendrá que ser considerado como un medio, por cuanto no

conduce directamente a la paz y es, en consecuencia, un objetivo subordinado. En consecuencia, restarán sólo como objetivos los que conduzcan directamente a lapaz. La teoría ha de abarcar todos estos fines y medios de acuerdo con la naturaleza desus efectos y de sus relaciones recíprocas.

 

37. La estrategia extrae únicamente de la experiencia los fines y los medios quehan de ser abarcados Una de las grandes ventajas de este método es que la teoría no puede perderse ensutilezas, artificios y ficciones, sino que debe continuar siendo práctica.

 

38. Hasta dónde debería abarcar el análisis de los medios sólo hasta el punto en que los diferentes componentes se pongan en evidencia para el uso que se considere oportuno.

 

39. Necesidad de una gran simplificación del conocimiento Así, resulta fácil percibir que se ve muy simplificado el número de materias quepuede elaborar la teoría y que es muy limitado el conocimiento requerido para laconducción de la guerra.

 

40. Esto explica por qué se forman tan rápidamente los grandes generales y porqué los generales no son hombres de estudio debido a que elentendimiento humano se ejercita con el tipo de conocimientos que se le imparte y por ladirección que se imprime a sus ideas. Únicamente lo que es grande puede crear grandeza:lo pequeño determinará sólo pequeñez, si es que la mente no lo rechaza como algo que lerepugna.

 

41. Primera contradicción Debido a que no se tuvo en cuenta esta simplicidad del conocimiento requerido parala guerra, sino que fue confundido con todo el enojoso conjunto de conocimientos yhabilidades subordinadas de que está provisto, sólo se pudo solucionar la contradicciónobvia en que se vio sumergido ante las manifestaciones del mundo real, asignando toda latarea al genio, que no necesita ninguna teoría y para el cual se descartaba que ésta debierahaberse formulado.

 

42. Por esta razón fue negado el uso del conocimiento y todo fue atribuido altalento natural Las personas dotadas de sentido común comprendieron cuán distante se halla el geniode orden superior del pedante ilustrado. En cierta manera se convirtieron enlibrepensadores, rechazaron toda creencia en la teoría y sostuvieron que la conducción dela guerra era una función natural del hombre, que éste ejecuta más o menos bien deacuerdo con las aptitudes mayores o menores que posea para esa tarea. No puede negarseque tales personas se hallaban más cerca de la verdad que los que asignaban un valor alfalso conocimiento, pero al mismo tiempo cabe advertir que el punto de vista del cualpartían no es sino una exageración.

 

43. El conocimiento debe variar con el grado el conocimiento requerido debe variar de acuerdocon la posición que ocupa el jefe. Si es de grado inferior, su conocimiento estará dirigidohacia objetivos menos importantes, y más limitados, mientras que, si su posición es máselevada, los objetivos serán mayores y más amplios.

 

44. En la guerra el conocimiento es muy simple, pero no muy fácil en realidadllevarlo a la práctica no resulta muy fácil. Ya nos hemos referido en el libro I a las dificultadesa que por lo general está sujeta la acción en la guerra; pasaremos aquí por altoaquellas que sólo pueden ser superadas mediante el valor y mantendremos que laactividad adecuada de la inteligencia únicamente es simple y fácil en las posiciones inferiores,pero que su dificultad se acrecienta a medida que nos elevamos de grado, y la posición más encumbrada, la del general en jefe, es considerada como una de las cosasmás difíciles de asumir por la mente humana.

 

45. Naturaleza de este conocimiento el conocimiento idóneo para ocupar una posición elevada en la actividadmilitar se distingue por el hecho de que solamente puede ser adquirido mediante untalento especial para la observación, es decir, para el estudio y la reflexión, el cual, comoinstinto intelectual, sabe cómo extraer la esencia de los fenómenos de la vida, del mismomodo que las abejas preparan la miel, cuya esencia han extraído de las flores. Esteinstinto también puede ser adquirido a través de la experiencia de la vida, tanto como porel estudio y la reflexión. La vida, con sus ricas enseñanzas, no producirá nunca unNewton o un Euler, pero puede muy bien producir el poder superior de cálculo que poseíanun Condé o un Federico el Grande.

 

46. El conocimiento tiene que convertirse en capacidad tiene quellegar a formar por completo parte de uno mismo. En casi todas las otras artes yactividades de la vida, la persona que actúa puede servirse de verdades que ha aprendidouna sola vez, pero de las cuales ya no percibe su sentido ni su espíritu, sino que las extraede libros polvorientos. Incluso las verdades que maneja y usa diariamente puedenconvertirse para ella en algo completamente externo.

 

Creemos haber explicado, mediante estas reflexiones, el problema que entraña unateoría de la conducción de la guerra e indicado cómo puede ser éste resuelto. De los dosámbitos en que hemos dividido la conducción de la guerra, la táctica y la estrategia, lateoría de la segunda, como hemos manifestado antes, es la que presenta, sin duda alguna,las dificultades mayores, porque la primera está limitada casi enteramente a un conjuntocircunscrito de objetos, mientras que la última, en lo que se refiere a los objetivos queconducen directamente a la paz, tiene ante sí un campo indefinido de posibilidades. Perocomo es el general en jefe el único que no ha de perder de vista estos fines, la parte de laestrategia en la que actúa estará también particularmente afectada por esta dificultad.

 

En la estrategia, especialmente cuando se trate de realizar actos de primera magnitud,la teoría se detendrá mucho menos que la táctica en la pura consideración de las cosas. Secontentará con proporcionar a la persona que actúa una visión de las cosas que, mezcladacon la totalidad del pensamiento, otorgue a su desarrollo soltura y seguridad, sin ponerlajamás en oposición consigo misma, a fin de mantenerse adherida a una verdad objetiva.

 

 

Cap. III. Arte de la guerra o ciencia de la guerra

 

1. El uso que hace de ello el idioma todavía no es conforme

La elección entre los términos de arte y ciencia yque nadie sabe sobre qué base ha de ser decidida, pese a la sencillez que preside el tema.Ya hemos afirmado en otra parte que el conocimiento es algo distinto de la capacidad. Ladiferencia es tal, que no debería confundirse uno con otra. La capacidad no puede sercontenida, en forma adecuada, en los límites de un texto y el «arte» nunca tendría quefigurar, en consecuencia, en el título de un libro. Pero, debido a que nos hemosacostumbrado a colocar juntas las ramas de conocimiento requeridas para la práctica deun arte (ramas que por separado pueden constituir una ciencia entera) bajo la denominaciónde «teoría del arte», o simplemente «arte», resulta coherente mantener estadistinción y llamar arte a todo, cuando el objetivo es la capacidad creadora (porejemplo, el arte de edificar), y ciencia, cuando se trata simplemente de conocimiento (como en las matemáticas, por ejemplo, y en la astronomía). Es evidente, y convendríano confundirse en ello, el hecho de que en cada teoría individual del arte puedan aparecerciencias enteras. Pero también cabe hacer notar que resulta casi imposible la existencia de un conocimiento sin arte.

 

2. Dificultades para separar el conocimiento del juicio

Todo pensamiento constituye, en verdad, un arte. Elconocimiento del espíritu es juicio y, en consecuencia, arte, y finalmente lo es también elconocimiento mediante los sentidos. Resulta tan imposible imaginar a un serhumano que posea tan sólo la facultad del conocimiento sin la del juicio como lo inverso,y así el arte y el conocimiento nunca pueden separarse completamente el uno del otro Si el objetivo es la investigación y el conocimiento, allíreina la ciencia. En consecuencia, resulta evidente que corresponde más hablar de «artede la guerra» que de «ciencia de la guerra».la guerra no es ni arte niciencia en el verdadero sentido de la palabra, y que es precisamente por haber adoptadoese punto de partida ideológico por lo que se ha tomado una falsa dirección, y lo que hadeterminado que se colocara a la guerra al nivel de otras artes y otras ciencias, y conducidoa establecer muchas analogías erróneas.

 

Ciertamente se había advertido ya antes sobre ello y a partir de esa base se habíasostenido que la guerra es un oficio. Pero con esta afirmación fue más lo que se perdióque lo que se ganó, ya que un oficio es tan sólo un arte inferior y, como tal, está sujeto aleyes más definidas y rígidas.

 

3. La guerra constituye una acción de la relación humana

La guerra no pertenece al terreno de las artes o delas ciencias, sino al de la vida social. Es un conflicto de grandes intereses, resueltomediante derramamiento de sangre, y solamente en esto se diferencia de otros conflictos. la política constituyela matriz en que sedesarrolla la guerra, dentro de la cual yacen esbozadas sus formas generales, al igual quelas cualidades de las criaturas vivientes se contienen en su embrión.

4. Diferencia

Consiste en que la guerra no constituye una actividad de lavoluntad que se ejerza, como en las artes mecánicas, sobre la materia inerte, ni como elentendimiento y las emociones humanas en las bellas artes, sobre objetos que, si bienvivientes, son, sin embargo, pasivos e inactivos, sino que atañe a elementos vivientes ycapaces de reaccionar.

 

En este libro se analizará, en parte, si ese conflicto de elementos vivientes, tal comosurge y se resuelve en la guerra, está sujeto a leyes generales, y si esas leyes puedenfacilitar una guía útil para la acción. Pero esto es, en gran medida, de por sí evidente, osea que, al igual que cualquier otro tema que no exceda nuestra capacidad decomprensión, puede ser enfocado o más o menos esclarecido en sus íntimas relacionespor una mente inquisidora, y esto solo resulta suficiente para establecer el concepto de lateoría.

 

 

Cap..IV. Metodología

 

Por metodología entendemosla determinación de la acción por medio de métodos y no de principios generales oregulaciones individuales. Cuando ello ocurre, hay que suponer necesariamente que loscasos tratados con dicho método serán iguales en sus rasgos esenciales. Como estodifícilmente será así, el problema consiste en que deberían serlo tanto como fuera posible;en otras palabras, el método debería basarse en los casos más probables. Por lo tanto, lametodología no se funda en premisas particulares y definidas, sino en la probabilidadmedia de casos análogos, y su tendencia final es establecer una verdad media, cuyaaplicación uniforme y constante adquiera, a medida que avanza, la naturaleza de unadestreza mecánica, que termina por actuar con competencia casi inconscientemente.

 

Las regulaciones y los métodos son incorporados a la conducción de la guerra por lasteorías de la preparación, en la medida en que se insuflen, a modo de principios activos,en las tropas ya formadas. Todas las instrucciones para las formaciones, los ejercicios ylos servicios de campaña son regulaciones y métodos. En los ejercicios de instrucciónpredominan las primeras, y en las instrucciones de servicios de campaña, los últimos. Laconducción real de la guerra va unida a ellos; recurre a ellos, por tanto, a modo de formasdadas de procedimiento, y raíz de tal carácter tienen que integrar la teoría de laconducción de la guerra.Pero para aquellas actividades que conserven una libertad de uso de esas fuerzas nopuede haber regulaciones, esto es, no puede haber instrucciones definidas, precisamente

porque esto excluiría la libertad de acción. Los métodos, por otra parte, constituyen unaforma general de realizar una tarea, a medida que vayan apareciendo, sobre la base, talcomo ya pusimos de relieve, de la probabilidad media. Como conjunto que aporta principiosy reglas aptos para ser aplicados, pueden formar ciertamente parte de la teoría de laconducción de la guerra, siempre que no adopten una representación diferente de lo queson en realidad, o se presenten como leyes de acción absoluta y de relación necesaria(sistemas), sino como la mejor forma que puede ser aplicada o sugerida como vía máscorta en lugar de una decisión individual.

Además de su carácter indispensable, cabe asimismo atribuir a la metodología unaventaja positiva, es decir, el hecho de que, mediante la aplicación constante de fórmulasinvariables, se gana en rapidez, precisión y firmeza en la dirección de las tropas, lo cualconduce a una disminución de la fricción natural y permite a la maquinaria moverse conmayor presteza.

 

El método, por tanto, tendrá un uso más general y resultará más indispensable en lamedida en que las personas actuantes ocupen un menor puesto jerárquico, mientras que,al ascender en la escala, ese uso disminuirá, hasta desaparecer por completo en lasposiciones más elevadas. Por dicha razón, más indicado estará en la táctica que en laestrategia.

 

Hasta dónde cabe asumir la metodología de las acciones militares queda naturalmentesupeditado no a la escala jerárquica, sino a la realidad de las cosas. Y esto afecta a lasposiciones más elevadas en un grado menor, debido solamente a que esas posicionescuentan con un mayor campo de acción. Un orden permanente de batalla, una formaciónpermanente de avanzada y vanguardia, constituyen sendos ejemplos de métodosrutinarios mediante los cuales el general no sólo coarta la capacidad de decisión de sussubordinados, sino también, en ciertos casos, la suya propia.

 

Mientras no exista de por medio una teoría aceptable, esto es, mientras no se dispongade una forma inteligible para la conducción de la guerra, la metodología ––la rutina en losmétodos–– debe inmiscuirse ––aún en las esferas más elevadas de actividad, ya que losque las integran no siempre se han formado a través del estudio y el contacto con lascapas superiores de la vida. Al propio tiempo, no sería ni posible ni justo eliminar por completo de la conducciónde la guerra la metodología subjetiva; por el contrario, ésta debe ser considerada comouna manifestación de la influencia que ejerce el carácter general de la guerra sobre susacontecimientos aislados, la cual solamente puede ser asumida de esa forma si la teoríano ha podido preverla y tomarla en cuenta.

 

 

Cap. V. Crítica

 

La vida práctica siempre se ejerce más pormedio de la crítica que por medio de la instrucción, ya que la crítica equivale a laaplicación de verdades teóricas a acontecimientos reales.

En principio tenemos que diferenciar la narración crítica de la narración simple de losacontecimientos históricos, la cual sitúa simplemente las cosas una al lado de la otra y alo sumo toma en cuestión sus relaciones causales más inmediatas.

 

En esa narración crítica se hacen patentes tres actividades distintas delentendimiento. En primer lugar, el descubrimiento y la constatación histórica de los hechos dudosos.Nos encontramos aquí con la investigación histórica pura, que no tiene nada en comúncon la teoría.En segundo lugar, la deducción del efecto, partiendo de sus causas. Esto es lainvestigación crítica propiamente dicha, que resulta indispensable para cualquier teoría,porque, en teoría, todo lo que ha de ser establecido, sustentado o incluso sólo explicado através de la experiencia únicamente puede ser resuelto de esta forma.En tercer lugar, la constatación de los medios empleados, es decir, la críticapropiamente dicha, que contiene elogios y reproches. Es aquí donde la teoría resulta útil ala historia, o más bien a la enseñanza que se deriva de ella.

 

En estas dos últimas partes, estrictamente críticas, de la consideración histórica, tododepende de la investigación de las cosas hasta sus elementos finales, o sea, hasta lasverdades que permanecen fuera de toda duda, y no de la detención a mitad de camino consuposiciones arbitrarias o hipótesis, sin seguir adelante, como sucede tan a menudo.

 

La investigación crítica encuentra también otra de carácterintrínseco muy profunda en el hecho de que en la guerra los efectos rara vez proceden deuna sola causa, sino de varias causas unidas, y, en consecuencia, no basta reconstruir condisposición sincera e imparcial las series de acontecimientos hasta sus comienzos, sinoque además es necesario asignar el valor que les corresponde a cada una de las causasoriginarias. Por lo tanto, ello conduce a una investigación más detallada de su naturaleza,y es así como la investigación crítica puede derivar hacia el terreno propio de la teoría. Hemos visto que, en la crítica, todo consiste en alcanzar verdades que estén fuera decualquier duda, es decir, no detenerse en proposiciones arbitrarias que no sean válidaspara otros, a las que se oponen entonces otras afirmaciones quizás igualmente arbitrarias,de modo que no habrá límite para los pros y los contras y el conjunto carecerá deresultados y, por lo tanto, de valor como enseñanza. La investigación de las causas y la constatación de losmedios conducen al terreno de la teoría, es decir, al terreno de la verdad universal que nose deduzca únicamente del caso individual que se está examinando.

 

El autor coloca ejemplos históricos de como las acciones de Bonaparte lo llevaron al éxito, no porque sus objetivos, sus medios y sus planes fueran los que históricamente pasaron, sino que él se adaptó al momento y a las circunstancias, queda en el historiador y en el crítico el justo juicio y criterio para evaluar cómo se desarrollaron los acontecimientos según las pruebas, registro, carácter de cada protagonista de las batallas. Evidentemente, ello puede conducir, a veces, a un terreno muy amplio deinvestigación, donde es fácil perderse y en el que prevalecen las dificultades, porquedeben avanzarse gran número de suposiciones sobre cosas que no han sucedidorealmente, pero que eran probables y, en este sentido, no pueden dejar de serconsideradas. La consideración crítica noconstituye una mera constatación de los medios empleados realmente, sino un examen detodos los posibles, que, por lo tanto, primero deben ser descubiertos y especificados; y,evidentemente, no estamos en disposición de desdeñar ningún medio en particular, amenos que seamos capaces de especificar uno mejor. Sin embargo, por pequeño que seael número de combinaciones posibles en la mayoría de los casos, debe admitirse queseñalar las que no han sido usadas no constituye un simple análisis de las cosas reales,sino una realización espontánea que no se deja prescribir sino que depende de la capacidadde producción de la mente.

 

Naturalmente, al considerar los medios, a menudo el crítico debe recurrir a la historiamilitar, ya que en el arte de la guerra la experiencia tiene mayor valor que cualquierverdad filosófica. Pero sin duda esta evidencia histórica se halla sujeta a sus propiascondiciones, que trataremos en un capítulo especial; y por desgracia, estas condiciones secumplen tan raras veces que, por lo general, las referencias históricas sólo sirven paraaumentar la confusión de las ideas.

 

La crítica, después de haber sopesado todo lo que integra el cálculo y laconvicción humanos, permitirá que el resultado sea la norma para juzgar esa parte dondela correlación profunda y misteriosa de las cosas no da forma a fenómenos visibles, y porun lado protegerá a este juicio sereno ante una autoridad superior basada en un tumultode opiniones imperfectas, mientras que, por el otro, rechazará el burdo abuso que puedahacerse de esa instancia suprema. Este veredicto del resultado tiene, en consecuencia, queproporcionarnos lo que la sagacidad humana no puede descubrir, y esto será exigido,principalmente, por las condiciones y las actividades de la mente, en parte porque lomenos que éstas admiten es que se forme con ellas un juicio aceptable, y en parte debidoa que su íntima relación con la voluntad les permite ejercer más fácilmente una mayor influencia.

 

Es verdad que, como ya hemos observado, en todos los casos en que sería muycomplicado definir la naturaleza real de las circunstancias la crítica debe confiar en lasverdades que la teoría ha establecido sobre ese punto. Pero del mismo modo que en laguerra la persona que actúa se somete a estas verdades teóricas, no porque las considerecomo leyes exteriores e inflexibles, sino porque ha asimilado el espíritu de esas verdades,también la crítica debería utilizarlas no como ley exterior o fórmula algebraica cuyaverdad no necesita ser demostrada en cada caso, sino que debería permitir que esasverdades brillaran desde el principio hasta el fin, dejando sólo a la teoría la prueba máspormenorizada y circunstancial.

 

 

 

Cap. VI. De los ejemplos

 

Los ejemplos históricos aclaran todas las cuestiones y proporcionan, por añadidura, eltipo de prueba más convincente en el terreno empírico del conocimiento. Esto reza parael arte de la guerra más que para cualquier otro. El general Scharrihorst, cuyo compendiosobre la guerra real es el mejor de todos cuantos hayan sido escritos, declara que losejemplos históricos constituyen en este tema la parte más importante, y los utiliza deforma admirable. Si hubiera sobrevivido a la gran guerra en la que cayó, nos habríaproporcionado una prueba aún más explícita del espíritu observador y esclarecedor con elque trataba todas sus experiencias.

 

Sin duda, los conocimientos que constituyen la base del arte de la guerra pertenecen alas ciencias empíricas. Pero si bien derivan principalmente de la naturaleza de las cosas,sin embargo, en su mayor parte sólo partiendo de la experiencia podemos llegar aconocer la esencia de esa naturaleza. Además, la aplicación práctica es modificada portantas circunstancias, que los efectos nunca pueden ser percibidos por completo a partirde la mera naturaleza de los medios. Pero ningún campo empírico del conocimiento, y en consecuencia ninguna teoría dela guerra, puede complementar siempre sus verdades con pruebas históricas; en ciertamedida, también sería difícil ilustrar cada caso individual con la única base de laexperiencia.

 

Si en la guerra cierto medio se muestra muy eficaz, se tiende a repetirlo. Uno copia alotro, y el medio llega a ser una forma corriente y de uso, con base en la experienciaocupando su lugar en la teoría, que se contenta con recurrir a la experiencia, para indicarsu origen, pero no para demostrar su eficacia.

 

Si consideramos más detenidamente el uso de un ejemplo histórico, podemosdistinguir fácilmente cuatro puntos de vista.

 

En primer lugar, cabe ser usado simplemente como explicación de una idea. En todadiscusión abstracta resulta muy fácil ser mal comprendido o completamente ininteligible.Cuando un autor teme incurrir en ello, recurre a los ejemplos históricos, que servirán parapresentar más claramente sus ideas y asegurarse de que es comprendido por sus lectores.

 

En segundo lugar, puede servir como aplicación de una idea, porque por medio de unejemplo se crea la ocasión de mostrar la acción de esas circunstancias menores que nopueden ser percibidas por la expresión general de una idea, ya que en ello consiste,precisamente, la diferencia entre la teoría y la experiencia. En uno y otro caso nosreferimos a ejemplos verdaderos.

 

En tercer lugar, podemos considerar especialmente el hecho histórico parafundamentar lo antes dicho. Esto basta en todos los casos en que se desea comprobar lamera posibilidad de un fenómeno o un efecto.

 

En cuarto y último lugar, cabe deducir alguna teoría de la presentación circunstancialde unos hechos históricos y de la comparación entre alguno de ellos, teoría que encuentraentonces su prueba verdadera en este mismo testimonio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APRECIACION PERSONAL

 

El estudio de la guerra requiere ir de lo simple a lo complejo, la guerra tiene un espectro tan amplio que no existe nación que su historia se exima de haber vivido las consecuencias de una guerra; y como consecuencia, la preparación constante para su defensa y el empleo hábil de la política para dirigir la nación bajo el concepto de paz pero sin obviar la preparación para la defensa.

 

Cada elemento que conforma la guerra, cada hecho histórico, cada guerra registrada en la historia a sentado las bases de cada nación y podemos comprender que la guerra es el medio donde se equilibran las fuerzas, los medios, las tácticas y las estrategias para que una nación subsista o se someta a la voluntad de otra.

 

La guerra no es solo fuerza, requiere de la inteligencia y del estudio de cada elemento que pertenece a ella y la mejor forma de ejercitarlo es haciendo de ella un juego donde la política emplea la guerra como medio para alcanzar sus fines u objetivos.

 

La guerra ha sido y será parte de la vida del hombre, los contextos y las circunstancias seguirán cambiando pero las el fin y el objetivo de la misma será doblegar la voluntad del adversario y llevar a cabo sus objetivos al precio que sea.

 

Las enseñanzas de esta obra debe ser guía para todo oficial, y no debe ser la única, hay que leer las obras de Plutarco, Tucidides, Flavio Vergecio Renato, Montecucoli, Napoleon Bonaparte y todos aquellos autores que han consagrado su conocimiento y estudios a esta ciencia que exige del conocimiento y de la genealidad de los comandantes.

 

No puedo aportar algo que en la obra no se haya abarcado, mi aporte y apreciación está a dedicar más tiempo al estudio y análisis de las obras que estudian la guerra para que en el momento que corresponde materializarlas, ejecutarlas o planearlas podamos considerar todos los elementos que implican porque las afecciones y consecuencias van más allá de la victoria, más allá de la conquista y másallá de la fuerza.

 

Los nuevos centros de poder, la tecnología, la información, la globalización, la escases de recursos naturales muy pronto crearan condiciones que justifiquen la guerra, preparémonos guiados por estas fuentes para que los resultados no sean más perdidas de la humanidad ni retraso de nuestra civilización.

 

 

 

 

 

 

 

CONCLUSIONES

 

1.    El libro I explica las concepciones básicas de la naturaleza de guerra y sus implicaciones debemos estudiar este fenómeno de la “guerra” de lo simple a lo complejo.

 

2.    La Guerra es mucho mas que la continuación de la política por otros medios.

 

3.    Considerar todas las tendencias de las fuerzas y del espíritu hacia la actividad militar como la esencia del genio militar.

 

4.    La guerra se prepara desde la paz.

 

5.    La guerra es arte y ciencia que requiere intelecto, genio e intuición.

 

6.    La guerra requiere metodología, flexible y exigente.

 

7.    La crítica hace más que el estudio, los ejemplos históricos lo comprueban y nos llevan a ser detallistas y creativos  en los análisis y evaluaciones de cada acto de defensa u ofensiva

 

INTRODUCCION

           

            Karl Von Clausewitz, el autor más citado y menos leído” fue la primera expresión que escuche del profesor Prepo y suficiente desafío para dedicarme a leer una obra que desde que soy cadete escuche repetir una y otra vez: …La guerra según, Karl Von Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios… pues hemos podido leer e interpretar que Karl Von Clausewitz, es mucho más que eso.

De la guerra son ocho libros dedicados como dice el prefacio: “el autor pretende diluir como granos de metal puro las ideas de largos años de reflexión sobre la guerra, aportes de hombres inteligentes y experiencias personales. Para que luego con el tiempo alguien presente los granos dispersos como un conjunto fundido exento de toda aleación…”

 

Comprendí que como oficial del ejército, como oficial de la infantería debía fundir cada grano de conocimiento de esta obra y traerla a nuestra actualidad, a nuestro contexto porque en elesta plasmado muchos años de historia, muchas tácticas de guerra y queda en nosotros emplear la táctica adecuada.

 

Para ser conciso este análisis se realizó sintetizando los párrafos de la obra, ya que a mi criterio, todos debemos leer la obra completa y no conformarnos con el leer un buen resumen o como este, un análisis bien concreto.

 

Solo se presentan el análisis de los dos primeros libros: La naturaleza de la guerra y la teoría de la guerra, pero en ambos libros el conocimiento va mucho más allá de su título, no es fácil sintetizar tantas ideas a la vez sin dejar de excluir ideas que para unos pueden ser secundarias para otro lector resulten trascendentales, por ello la recomendación de leer la obra completa y que cada quien funda las ideas que Karl Von Clausewitz dejo como su legado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIOGRAFIA

El general prusiano Karl Von Clausewitz, historiador especializado en temas bélicos y destacado profundizador del fenómeno de la guerra, nació en 1780 en Burg, cerca de Magdeburgo (Alemania). Hijo de un miembro del ejército de Federico el Grande, ingresómuy joven en la carrera de soldado. En 1801 siguió los cursos de la Academia Militar de Berlín, bajo la dirección del general Gerhard von Scharnhorst, granreorganizador del ejército prusiano. Después fue nombrado ayudante de campo delpríncipe Augusto de Prusia, junto al cual sirvió en el infortunado encuentro con las tropas de Napoleón en Jena (1806).

 

Caído en poder de los franceses, permaneció prisionero hasta 1809. Tras recuperar la libertad, actuó como profesor en la misma academia militar berlinesa donde había consolidado su experiencia, y con posterioridad asumió el cargo de jefe de sección del Ministerio de la Guerra alemán. En 1812 decidió formar parte del ejército ruso. Tan dramática iniciativa permite captar a las claras el concepto de la ética militar que Clausewitz poseía, pues la confrontación con su propio país no constituía para él más que el recurso de valerse de la guerra para liberar a aquél del dominio francés. Federico Guillermo III se había visto obligado a someterse a la presión de Napoleón, y Prusia se había convertido en aliada forzosa de Francia.

 

Clausewitzalimentaba la esperanza de que el zar Alejandro I redimiría a su nación de la ataduranapoleónica, y esa expectativa fue la que le impulsó a ocupar el bando contrario a susmismos compatriotas, con el fin de conseguir la anhelada liberación. En efecto, la batallade Leipzig significó la extinción de la influencia francesa sobre Alemania, y él, trasescribir, por encargo de otra gran personalidad militar prusiana, el mariscal de campoAugust von Gneisenau, el libro La campaña de 1813 hasta el armisticio, se incorporó denuevo, en 1814, al ejército prusiano, con el que pudo asistir a la batalla triunfal deWaterloo. De 1816 a 1830 ejerció la dirección de la Academia Militar de Berlín, la cualsólo dejó para ocupar un cargo en el Estado Mayor alemán. Falleció en 1831 enBreslau, fulminado por el cólera, cuando contaba 51 años. Su obra De la guerra, que leprocuraría la fama, tuvo una publicación póstuma, a instancias de su viuda.

 

De la guerra comprende ocho libros, de los que la edición que se ofrece recoge íntegramente los tres primeros. De los libros IV y V se incluye un resumen del contenido,mientras que del libro VI, dedicado a La defensa, se reproducen los capitales capítulosI,II, III y XXVI, y se hace lo propio con el libro VII, relativo al Ataque, del que se incluyeel capítulo XXII, no sin dar siempre noticia de lo omitido. Finalmente, del libro VIII,siguiendo la misma pauta, se ofrece el concluyente capítulo VI, en sus dos partes.Se presenta de este modo la parte más esencial de la obra de Clausewitz, cuyainfluencia sobre la concepción de la guerra no sólo constituyó la base del pensamientomilitar alemán hasta la ascensión al poder del nacionalsocialismo, sino que fue tenida encuenta por un pensador marxista como Engels, y luego por gerifaltes de la mismatendencia, como Lenin o Mao Zedong, en la delineación de su estrategia revolucionaria.No así por Stalin, quien, como vencedor de la Wehrmacht, no dudó en rebatirlatajantemente.

 

Sin embargo, la vigencia de las doctrinas de Clausewitz no ha cesado de ponerse demanifiesto en los numerosos estudios especializados que se les han dedicado y en elhecho de que hayan contribuido a asentar los principios que conforman la teoría actualde la guerra.

 

INDICE

INTRODUCCION                                                                                                     2

 

PREFACIO DEL AUTOR                                                                                         3

 

LIBRO I Sobre la naturaleza de la guerra                                                                6

 

Cap. I. ¿En qué consiste la guerra?                                                             6

Cap. II. El fin y los medios en la guerra                                                       14

Cap. III. El genio para la guerra                                                                   15

Cap. IV. Del peligro en la guerra                                                                  16

Cap. V. Del esfuerzo físico en la guerra                                                      16

Cap. VI. La información en la guerra                                                           17

Cap. VII. Las fricciones en la guerra                                                            17

Cap. VIII. Consideraciones finales al libro I                                                 18

 

 

LIBRO II Sobre la teoría de la guerra                                                                      19

 

Cap. I. Introducción al arte de la guerra                                                       19

Cap. II. Sobre la teoría de la guerra                                                             19

Cap. III. Arte de la guerra o ciencia de la guerra                                         26

Cap..IV. Metodología                                                                                    27

Cap. V. Crítica                                                                                              28

Cap. VI. De los ejemplos                                                                              30

 

 

APRECIACIÓN PERSONAL                                                                                   32

 

CONCLUSIONES                                                                                                    33

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PREFACIO DEL AUTOR

 

El autor no pretende mostrar un método científico, no es un, ni método definitivo de enseñanza; es un cumulo de materiales reunidos.

 

La parte científica pone en examen la esencia de los fenómenos que caracterizan la guerra y de que modo se vinculan con la naturaleza de las cosas, sin embargo el autor prefiere relacionarlo con los fenómenos que atañen a la experiencia porque es su ámbito natural.

 

La obra se estructura de su necesidad interna y tiene su fundamento en la experiencia considerada desde el punto de vista exterior. Se puede establecer una teoría sistemática de la guerra aunque todas se apartandel objetivo, el autor pretende diluir como granos de metal puro las ideas de largos años de reflexión sobre la guerra, aportes de hombres inteligentes y experiencias personales. Para que luego con el tiempo alguien presente los granos dispersos como un conjunto fundido exento de toda aleación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LIBRO I

Sobre la naturaleza de la guerra

 

Cap. I. ¿En qué consiste la guerra?

1. Introducción

Considerar los distintos elementos que conforman nuestro tema; las diversas partes o miembros que los componen y, finalmente, el todo en su íntima conexión. Es decir, iremos avanzando de lo simple a lo complejo. Pero será preciso comenzar con una referencia a la naturaleza del todo, ya que aquí, más que en otro lado, cuando se piensa en la parte debe pensarse simultáneamente en el todo.

 

2. Definición

guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad.  Su propósito es abatir al adversario e incapacitarlo para que no pueda proseguir con su resistencia.

 

La fuerza, para enfrentarse a la fuerza, recurre a las creaciones del arte y de la ciencia.

 

La fuerza, es decir, la fuerza física (porque no existe una fuerza moral fuera de los conceptos de ley y de Estado) constituye así el medio; imponer nuestra voluntad al enemigo es el objetivo.Para estar seguros de alcanzar este objetivo tenemos que desarmar al enemigo, y este desarme constituye, por definición, el propósito específico de la acción militar: reemplaza al objetivo y en cierto sentido prescinde de él como si no formara parte de la propia guerra.

 

3. Caso extremo del uso de la fuerza

Imaginar que existe unamanera artística de desarmar o abatir al adversario sin un excesivo derramamiento desangre, y que esto sería la verdadera tendencia del arte de la guerra. Se trata de unaconcepción falsa que debe ser rechazada.

 

Entemas tan peligrosos como es el de la guerra, las falsas ideas surgidas del sentimentalismoson precisamente las peores.

 

El uso de la fuerza física en su máximaextensión no excluye en modo alguno la cooperación de la inteligencia, el que se sirva deesta fuerza sin miramiento ni recato ante el derramamiento de sangre habrá de obtenerventaja sobre el adversario, siempre que éste no actúe del mismo modo. Así, cada unojustifica al adversario y cada cual impulsa al otro a adoptar medidas extremas, cuyolímite no es otro que el contrapeso de la resistencia que le oponga el contrario.Si la guerra constituye un acto defuerza, las emociones están necesariamente implicadas en ella.

 

La invención de la pólvora y el perfeccionamiento constante de las armas de fuegomuestran por sí mismos, de manera suficientemente explícita, que la necesidad inherenteal concepto teórico de la guerra, la destrucción del adversario, no se ha visto en modoalguno debilitada o desviada por el avance de la civilización. Reiteramos, pues, nuestraafirmación: la guerra es un acto de fuerza, y no hay un límite para su aplicación. Losadversarios se justifican uno al otro, y esto redunda en acciones recíprocas llevadas porprincipio a su extremo. Es esta la primera acción recíproca que se nos presenta y elprimer caso extremo con que nos encontramos.

 

4. Elobjetivo es desarmar al enemigo

Para que al oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura másdesventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos.

 

La peor posición a la que puede ser conducido unbeligerante es la del desarme completo. Por lo tanto, si hemos de obligar por medio de laacción militar al oponente a cumplir con nuestra voluntad, tenemos o bien que desarmarlode hecho, o bien colocarlo en tal posición que se sienta amenazado por la posibilidad deque lo logremos. De ahí se desprende que el desarme o la destrucción del adversario (seacual fuere la expresión que escojamos) debe consistir siempre el objetivo de la acciónmilitar.

 

Mientras no haya derrotado a mi oponente, tengo que albergarel temor de que sea él quien pueda derrotarme. Por tanto, no soy ya dueño de mí mismo,sino que aquél me justifica, al tiempo que yo lo justifico a él. Es esta la segunda acciónrecíproca que conduce a un segundo caso extremo.

 

5. Caso extremo de la aplicación de las fuerzas

Si queremos abatir a nuestro oponente, tenemos que regular nuestro esfuerzo de acuerdo con su poder de resistencia. Tal poder se pone de manifiesto como producto de dos factores indisolubles: la magnitud de los medios con que el oponente cuenta y la fuerza de su voluntad.

 

Será posible calcular la magnitud de los medios de que dispone, ya que ésta se basa en números (aunque no del todo); pero la fuerza de la voluntad no se deja medir tan fácilmente y sólo en forma aproximada, por la fortaleza del motivo que la impulsa. Si lográramos calcular de manera aproximada el poder de resistencia de nuestro oponente, podríamos regular nuestros esfuerzos. Pero nuestro oponente procederá del mismo modo, y a tenor de ello se produce entre nosotros una nueva puja que, desde el punto de vista de la teoría pura, nos conduce una vez más a un punto extremo. Es la tercera acción recíproca que se presenta, y el tercer caso extremo con el que nos encontramos.

 

6. Modificaciones en la práctica

El pensamiento reflexivo nodescansa hasta alcanzar el punto extremo, porque es con casos extremos con los que tieneque enfrentarse, si pretendemos deducir de la concepción puramenteteórica de la guerra un propósito absoluto, que podamos tener presentenosconducirán a extremos que no serán más que un juego de la imaginación.  Si, pretendemos librarnos de las dificultades, y estar preparados para ofrecer el máximo deresistencia, esa intención derivará en una simple normacarente de valor y sin aplicación en la práctica.

 

La voluntad delhombre no extrae nunca su fuerza de las sutilezas lógicas. Todo cambia de aspecto, pero, al pasar del mundo abstracto a la realidad. En laabstracción, todo permanecía supeditado al optimismo; era preciso concebir que amboscampos no sólo se inclinarían por la perfección, sino también por lograr conseguirla.¿Sucede esto siempre en la práctica? Las condiciones para ello tendrían que ser lassiguientes:

1. Que la guerra fuera un hecho totalmente aislado; que se produjera de improviso, ysin conexión con la previa vida política.

2. Que el conflicto bélico dependiera de una decisión única o de varias decisionessimultáneas.

3. Que su decisión fuera definitiva y que la consecuente situación política no fuera tenida en cuenta ni influyera sobre ella.

 

7. La guerra nunca constituye un hecho aislado

Ninguno de los dos oponentes es para el otro un ente abstracto, ni aun considerándolo como factor de la capacidad de resistencia, que no depende de algo externo, o sea, de la voluntad. Tal voluntad no constituye un hecho totalmente desconocido; lo que ha sido hasta hoy nos indica lo que puede ser mañana. La guerra nunca estalla de improviso ni su preparación tiene lugar en un instante. De ese modo, cada uno de los oponentes puede, en buena medida, formarse una opinión del otro por lo que éste realmente es y hace, y no por lo que teóricamente debería ser y hacer. Sin embargo, debido a su imperfecta organización, el hombre suele mantenerse por debajo del nivel de la perfección absoluta, y así estas deficiencias, inherentes a ambos bandos, se convierten en un principio reductor.

 

 

8. La guerra no consiste en un golpe insostenido

Si el resultado de la guerra dependiera de una decisión única, o de varias decisiones

tomadas simultáneamente, los preparativos para esa decisión o para esas decisionesdiversas deberían ser llevados hasta el último extremo. Si la decisión consistiera en varios actos sucesivos, cada uno de éstos, con las circunstancias que lo acompañan, podría suministrar una norma para los siguientes y, así, el mundo real ocuparía el lugar del mundo abstracto, modificando, de acuerdo con ello, la tendencia hacia el extremo.

 

Pero tal como hemos visto, en los preparativos para la guerra el mundo real  ocupa el lugar de la idea abstracta, y una medida real el lugar de un caso extremo hipotético. Cada uno de los oponentes, aunque no fuera por otra razón, se detendrá por tanto, en su acción recíproca, alejado del esfuerzo máximo y no pondrá en juego al mismo tiempo la totalidad de sus recursos. Sin embargo, la naturaleza misma de tales recursos, y de su mismo empleo, torna imposible su entrada en acción simultánea. Estos recursos comprenden las fuerzas militares propiamente dichas, el país, con su superficie y su población, y los aliados.

 

Más adelante intentaremos explicar con todo detalle que esta parte de los medios de resistencia que no puede ser puesta en acción a un tiempo es, en muchos casos, una parte del total mucho más grande de lo que podría pensarse y que, por lo tanto, es capaz de restablecer el equilibrio de fuerzas, aun cuando la primera decisión se haya producido con gran violencia y aquél haya sido alterado seriamente. Por ahora bastará con dejar sentado que resulta contrario a la naturaleza de la guerra el que todos los recursos entren en juego al mismo tiempo.

 

9. La guerra, con su resultado, no es nunca algo absoluto

Finalmente, tengamos en cuenta que la decisión final de una guerra no siempre esconsiderada como absoluta, sino que el estado derrotado a menudo ve en ese final un maltransitorio al que cabe encontrar remedio en las circunstancias políticas posteriores. Es evidente que también esto minora, en gran medida, la violencia de la tensión y la intensidad del esfuerzo.

 

 

 

10. Las probabilidades de la vida real ocupan el lugar de lo extremo y absoluto de la teoría

Así, todo el acto de la guerra deja de estar sujeto a la ley estricta de las fuerzas impulsadas hacia el punto extremo. Dado que no se teme ni se busca ya el caso extremo, se deja que la razón determine en vez de ello los límites del esfuerzo, y esto sólo puede ser llevado a cabo de acuerdo con la ley de las probabilidades, por deducción de los datos que suministran los fenómenos del mundo real.

 

De acuerdo con las leyes de la probabilidad, por el carácter, las instituciones, la situación y las circunstancias que definen al oponente, cada bando extraerá sus conclusiones respecto de cuál será la acción del contrario y, a tenor de ello, determinará la suya propia.

 

11. El objetivo político asume de nuevo el primer plano

Cuanto menor sea el sacrificio que exijamos denuestro oponente, debemos esperar que sean tanto más débiles los esfuerzos que hagapara realizar ese sacrificio. Sin embargo, cuanto más débil sea su esfuerzo, tanto menorpodría ser el nuestro. Por añadidura, cuanto menor sea nuestro objetivo político, tantomenor será el valor que le asignaremos y tanto más pronto estaremos dispuestos a dejarloa su arbitrio. Por ello, también por ello nuestros propios esfuerzos serán más débiles.Así, el objetivo político, como causa original de la guerra, será la medida tanto para el propósito a alcanzar mediante la acción militar como para los esfuerzos necesarios para cumplir con ese propósito.

 

Un mismo objetivo político puede originar reacciones diferentes, en diferentes naciones e incluso en una misma nación, en diferentes épocas. Por lo tanto, cabe dejar que el  objetivo político actúe como medida, siempre que no olvidemos su influencia sobre las masas a las que afecta.

 

12. La suspensión de la acción militar no se ha explicado hasta ahora

Cada acción requiere para su realización cierto tiempo, que es lo que llamamos persistencia. Esta puede ser más larga o más corta, según quienes actúen en ella se muestren más o menos rápidos en sus movimientos. Cada cual realiza las cosas a su manera, pero lo cierto es que la persona lenta no actúa lentamente porque quiera emplear más tiempo, sino porque, debido a su propia naturaleza, necesita más tiempo, y si hubiera de hacerlo con mayor rapidez no lo haría tan bien. En consecuencia, ese tiempo depende de las causas subjetivas, o queda reflejado en la duración real de la acción.

 

Si a cada acción de la guerra se le reconoce una duración, tenemos que admitir, por lo menos al pronto, que todo gasto de tiempo más allá de esa duración, o, lo que es lo

mismo, cualquier suspensión de la acción militar, parece ser absurda. En relación con ello, tendremos que recordar siempre que la cuestión no se centra en el progreso de uno u otro de los oponentes, sino en el progreso de la acción militar como un todo.

 

13. Existe únicamente una causa que puede suspender la acción, y esto pareceocurrir siempre tan sólo en un solo bando

            Sólo dejará de actuar en cualquiera de los dos oponentes por una sola razón, la de que se prefiere esperar un momento más favorable para la acción. Obviamente esta razón sólo puede surgir en uno de los dos bandos, debido a que, por su propia naturaleza, se opone diametralmente a la del otro. Si a uno de los que ejercen la jefatura le conviene actuar, al otro le convendrá esperar.

 

14. La acción militar tendría de este modo una continuidad que de nuevo impulsaría todo hacia una situación extrema

La experiencia nos dice que la acción militar rara vez, o nunca, presenta esta continuidad, y que en muchas guerras la acción asume la menor parte del tiempo, mientras que la inactividad ocupa el resto. Esto quizá no siempre constituya una anomalía. La suspensión de la acción militar debe ser posible, es decir, no implica una contradicción. Que esto es así y por qué ocurre así, lo mostraremos a continuación.

 

15. Surge aquí por tanto la evidencia de un principio de polaridad

El principio de polaridad sólo es válido si, como tal, es la misma cosa, en la que lopositivo y su contrario, lo negativo, se destruyen mutuamente. En una batalla, cada unode los bandos oponentes desea vencer, lo que constituye una verdadera polaridad, porquela victoria del uno resulta la derrota del otro. Pero si nos referimos a dos cosas diferentesentre las que exista una relación común objetiva, no serán las cosas, sino sus relaciones,las que posean polaridad.

 

16. El ataque y la defensa son cosas de clase distinta y de fuerza desigual. Debido a ello no pueden ser objeto de polaridad

Si sólo existiera una forma de guerra, digamos la que corresponde al ataque del enemigo, no habría defensa; ello es tanto como decir que si hubiera de distinguirse al ataque de la defensa sólo por el motivo positivo que el uno posee y del que la otra carece,si los métodos de lucha fueran siempre invariablemente los mismos, en tal empeño, cualquier ventaja de un bando tendría que representar una desventaja equivalente para elotro, existiendo entonces una verdadera polaridad.

 

La polaridad reside, pues, en que ambos bandos guardan una relación, como es la decisión, pero no en el ataque o en la defensa mismos. Si uno de los comandantes en jefe deseara posponer la decisión, el otro debería desear acelerarla, pero, por supuesto, solamente en la misma forma de conflicto. Si a A le interesara no atacar a su oponente inmediatamente, sino cuatro semanas más tarde, el interés de B se centraría en ser atacado inmediatamente y no cuatro semanas más tarde. Se trata de una oposición directa; pero no se desprende necesariamente de ello que a B le beneficie atacar a A de inmediato. Evidentemente, es algo muy distinto.

 

 

17. El efecto de la polaridad es anulado a menudo por la superioridad que muestra la defensa sobre el ataque. Ello explica la suspensión de la acción militar

Si la forma de defensa se muestra más fuerte que la de ataque, como vamos a demostrar, se plantea la cuestión de saber si la ventaja de una decisión diferida es tan grande para el bando que se apresta a atacar como la de la defensa lo es para el otro.  Cuando no lo es, no puede esa ventaja, mediante su contrario, superar éste e influir de esemodo en el curso de la acción militar. Comprobamos, por lo tanto, que la fuerzaimpulsiva inherente a la polaridad de intereses puede ser anulada por la diferenciaexistente entre la fuerza del ataque y la de la defensa, y dejar así de tener eficacia. Puede ser mejor librar uncombate defensivo en un futuro desfavorable que uno defensivo en el momento presente,o que entablar la paz. Al estar convencidos de que la superioridad de la defensa correctamenteentendida) es muy grande, mucho más de lo que al pronto podría parecer, seexplica la notable proporción que ocupan en la guerra los períodos carentes de acción, enque esto implique necesariamente una contradicción. Cuanto más débiles sean los motivos para la acción, tanto más serán neutralizados por esa diferencia entre el ataque yla defensa. Por lo tanto, la acción militar será impulsada con harta frecuencia a una pausa,que es en realidad lo que nos muestra la experiencia.

 

18. Una segunda causa reside en el conocimiento imperfecto de la situación

Todavía existe otra causa que puede suspender la acción militar, y es la del conocimiento imperfecto de la situación. Cada comandante en jefe sólo tiene un conocimiento personal exacto de su propia posición y no conoce la de su adversario más que por informes inciertos. Puede cometer errores de interpretación y, como consecuencia de ello, puede llegar a creer que la iniciativa corresponde a su oponente, cuando en realidad le corresponde a él mismo. Esta merma de conocimientos podría, en verdad, dar lugar tanto a acciones inoportunas como a inoportunas inacciones, y contribuir por sí misma a causar tanto retrasos como aceleramientos en la acción militar.

 

19. Los períodos frecuentes de inacción alejan aún más a la guerra del ámbito dela teoría absoluta y la convierten todavía más en un cálculo de probabilidades

Cuanto mayor sea la lentitud con que se desarrolle la acción militar y cuanto máslargos y frecuentes sean los períodos de inacción, tanto más fácilmente se podrá rectificarun error. El comandante en jefe se aventurará a ampliar sus suposiciones y al propio tiempo se mantendrá con mayor holgura por debajo del punto extremo que preconiza la teoría, y basará todas sus deducciones en la probabilidad y la conjetura. En consecuencia, el curso más o menos pausado de la acción militar dejará más o menos tiempo para aquello que la naturaleza de la situación concreta reclame por sí misma, es decir, un cálculo de probabilidades acorde con las circunstancias que concurran en el caso.

 

 

20. El azar es el único elemento que falta para hacer de la guerra un juego, y esde este elemento del que menos carece

Lo que se ha expuesto hasta aquí nos ha mostrado cómo la naturaleza objetiva de la guerra hace de ella un cálculo de probabilidades. Ahora sólo se requiere un elemento más para considerarla como un juego, y ciertamente ese elemento no le falta en absoluto: es el azar. Ninguna actividad humana guarda una relación más universal y constante con el azar como la guerra. El azar, juntamente con lo accidental y la buena suerte, desempeña un gran papel en la guerra.

 

21. Tanto por su naturaleza subjetiva como por su naturaleza objetiva, la guerrase convierte en un juego

Si reparamos ahora en la naturaleza subjetiva de la guerra, o sea, en las fuerzas necesarias para llevarla a cabo, se nos mostrará todavía más como un juego. El elemento dentro del cual se mueve la acción bélica es el peligro; pero ¿cuál es, en el peligro, la cualidad moral que predomina? El valor. Este es por cierto compatible con el cálculo prudente, pero el valor y el cálculo son distintos por naturaleza y pertenecen a ámbitos dispares del espíritu. Por otro lado, la osadía, la confianza en la buena fortuna, la intrepidez y la temeridad son todas manifestaciones del valor, y tales esfuerzos del espíritu tienden hacia lo accidental, porque es su propio elemento. Vemos, pues, que, desde el principio, el factor absoluto, el llamado matemático, no cuenta con ninguna base segura en los cálculos del arte de la guerra. De entrada nos hallamos ante un juego de posibilidades y de probabilidades, de buena y de mala suerte, que hace acto de presencia en todos los hilos, grandes o pequeños, de su trama y es el responsable de que, de todas las ramas de la actividad humana, sea la guerra la que más se parece a un juego de cartas.

 

22. Cómo esto concuerda mejor, en general, con el espíritu humano

Aunque nuestro entendimiento se siente por lo general inclinado a asentarse en lacerteza y la claridad, nuestro espíritu es preso a menudo de la incertidumbre. En lugar deabrirse camino de la mano de la inteligencia por el estrecho sendero de la investigación  filosófica y de la deducción lógica, prefiere moverse con lentitud, con la imaginación puesta en el dominio del azar y de la suerte, a fin de llegar, casi de modo inconsciente, a un terreno donde se siente extraño y donde todos los objetos que le son familiares parecen abandonarlo. En lugar de sentirse aprisionado, como en el primer caso, por la necesidad elemental, goza ahora de toda una gama de posibilidades. Extasiado, el valor alza el vuelo, y la osadía y el peligro se convierten en el elemento al que aquél se precipita, del mismo modo que un nadador audaz se arroja a la corriente.

 

            El arte de la guerra tiene que vérselas con fuerzas vivas y morales, de donde se deriva que lo absoluto y lo seguro le resultan inaccesibles; siempre queda un margen para lo accidental, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Así como por un lado aparece ese elemento accidental, por el otro el valor y la confianza en uno mismo deben hacer acto de presencia y llenar el hueco abierto. Cuanto mayor sea el valor y la confianza en uno mismo, más grande será el margen que cabe dejar para lo accidental. Por lo tanto, el valor y la confianza en uno mismo son elementos absolutamente esenciales para la guerra. Y en consecuencia, la teoría sólo debe formular aquellas reglas que ofrezcan un libre campo de acción para esas virtudes militares más necesarias y esclarecidas, en todos sus grados y variaciones. Hasta en la osadía hay sabiduría y prudencia, pero su apreciación responde a una escala diferente de valores.

 

 

23. La guerra sigue siendo todavía un medio serio para alcanzar un objetivo serio

Así es la guerra, así el jefe que la dirige y así la teoría que le atañe. Pero la guerra no constituye un pasatiempo, ni una simple pasión por la osadía y el triunfo, ni el fruto de un entusiasmo sin límites; es un medio serio para alcanzar un fin serio. Todo el encanto del azar que exhibe, todos los estremecimientos de pasión, valor, imaginación y entusiasmo que acumula, son tan sólo propiedades particulares de ese medio.

 

24. La guerra es una mera continuación de la política por otros medios (la frase más citada sobreclausewitz)

Vemos, pues, que la guerra no constituye simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realizaciónde ésta por otros medios. Lo que resta de peculiar en la guerra guarda relación con el  carácter igualmente peculiar de los medios que utiliza. El arte de la guerra en general, y eljefe que la conduce en cada caso particular, pueden determinar que las tendencias y los planes políticos no encierren ninguna compatibilidad con estos medios. Esta exigencia noresulta baladí; pero, por más que se imponga poderosamente en casos particulares sobre los designios políticos, debe considerársela siempre sólo como una modificación de esosdesignios, ya que el propósito político es el objetivo, mientras que la guerra constituye elmedio, y nunca el medio cabe ser pensado como desposeído de objetivo.

 

25. Naturaleza diversa de las guerras

Cuanto más intensos y poderosos sean los motivos y las tensiones que justifiquen la guerra, más estrecha relación guardará ésta con su concepción abstracta. Cuanto más encaminada se halle en la destrucción del enemigo, tanto más coincidirán el propósito militar y el objetivo político, y la guerra aparecerá más como puramente militar y menos como política. Pero cuanto más débiles sean las motivaciones y las tensiones, la tendencia natural del elemento militar, o sea la tendencia a la violencia, coincidirá menos con las directrices políticas; por tanto, cuanto más se aparte la guerra de su trascendencia natural, mayor será la diferencia que separa el objetivo político del propósito de una guerra ideal, y mayor apariencia tendrá la guerra de ser política.

 

26. Todas las guerras tienen que ser consideradas como actos políticos

En relación con nuestro tema principal, podemos apreciar que, si bien es verdad que en cierta clase de guerras la política parece haber desaparecido por completo, mientras que en otras aparece de forma bien definida, cabe afirmar, sin embargo, que unas son tan políticas como las otras.

 

27. Consecuencias de este punto de vista para la comprensión de la historia de laguerra y para los fundamentos de la teoría

En toda circunstancia tiene que considerarse a la guerra no como algo independiente, sino como un instrumento político. Tan sólo si adoptamos este punto de vista podremos evitar caer en contradicción con toda la historia de la guerra y hacer una apreciación inteligente de su totalidad. En segundo lugar, este mismo punto de vista nos muestra cómo pueden variar las guerras de acuerdo con la naturaleza de las motivaciones y de las circunstancias de las cuales aquéllas surgen.

 

28. Conclusión para la teoría

La guerra está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a pertenecer al ámbito del mero entendimiento. El primero de estos tres aspectos interesa especialmente al pueblo; el segundo, al comandante en jefe y a su ejército, y el tercero, solamente al gobierno. Las pasiones que deben prender en la guerra tienen que existir ya en los pueblos afectados por ella; el alcance que lograrán el juego del talento y del valor en el dominio de las probabilidades del azar dependerá del carácter del comandante en jefe y del ejército; los objetivos políticos, sin embargo, incumbirán solamente al gobierno. El problema consiste, pues, en mantener a la teoría en equilibrio entre estas tres tendencias, como si fueran éstas tres polos de atracción. En el libro que trata sobre la teoría de la guerra nos proponemos investigar la manera de resolver tal problema del modo más concluyente. Esa definición del concepto de la guerra se convierte para nosotros en el primer rayo de luz que ilumina los fundamentos de la teoría, que evidenciará por vez primera sus rasgos principales y nos permitirá distinguirlos.

 

 

Cap. II. El fin y los medios en la guerra

 

Las fuerzas militares tienen que ser destruidas, es decir, deben ser situadas en unestado tal que no puedan continuar la lucha. Aprovechamos la ocasión para aclarar que laexpresión «destrucción de las fuerzas militares del enemigo» debe ser siempreinterpretada únicamente en este sentido.

 

El territorio debe ser conquistado, porque de un país pueden extraerse siemprenuevas fuerzas militares.Pero, a pesar de que se hayan producido estas dos cosas, la guerra, es decir, la tensiónhostil y el efecto de las fuerzas hostiles, no puede considerarse como finalizada hasta quela voluntad del enemigo no haya sido sometida.

 

La voluntad, es decir, hasta que el gobierno y susaliados hayan sido impelidos a firmar la paz, o hasta que la población haya sido sometida.En efecto, aunque se cuente con una posesión completa del país, el conflicto puedeestallar nuevamente en el interior o mediante la ayuda de los aliados. Sin duda esto puedesuceder también después de firmada la paz, pero ello demostrará tan sólo que no todas lasguerras admiten una decisión y una componenda completas.

 

De los tres puntos que hemos enumerado, las fuerzas militares son las destinadas a ladefensa del país. El orden natural marca que son ellas las que deben ser destruidasprimero; luego habrá que conquistar el territorio, y, como resultado de estos dos triunfosy de la fuerza que entonces se posea, el enemigo será impelido a firmar la paz.El desarme del enemigo, como objetivo de la guerra considerado en abstracto, yúltimo medio de alcanzar el objetivo político, en el cual deben englobarse todos losdemás, de ningún modo se produce siempre en la práctica, ni es condición necesaria parala paz.

 

A estas alturas, pasamos adrede por alto la diferencia que indefectiblemente debeoriginar en la práctica el carácter positivo o negativo del objetivo político. Si bien elloasume la mayor importancia, como mostraremos más adelante, aquí tenemos queatenernos a una consideración más general, porque las intenciones políticas originalesvarían mucho en el transcurso de la guerra y al final pueden ser totalmente diferentes,precisamente porque están condicionadas en parte por los éxitos que se obtienen ysujetas por otra a los resultados aleatorios.

 

Surge ahora el problema de cómo se puede influir sobre la probabilidad de éxito. Enprimer lugar, se puede conseguir, como es lógico, utilizando los mismos mediosaplicados para derrotar al enemigo, es decir, la destrucción de sus fuerzas militares y laconquista de su territorio, si bien ninguno de ellos sería igual a este respecto comocuando se utilizaran con este objetivo. La segunda cuestión es cómo influir sobre el desgaste de esas fuerzas del enemigo, osea, cómo hacer más costoso el precio de sus éxitos. El desgaste de las fuerzas enemigasreside en la merma de su poder, o sea, en su destrucción, así como en la pérdida deterritorio, por lo tanto, en su conquista por nuestra parte. Por ahora sólo nosinteresa mostrar que, bajo ciertas condiciones, existen otras vías posibles para alcanzarnuestro objetivo, no siendo ni contradictorias, ni absurdas, y ni siquiera erróneas.

 

Se pueden también llevar a cabo tres manerasespeciales de acrecentar en forma directa el desgaste del enemigo. En primer términoaludiremos a la invasión, es decir, la ocupación del territorio enemigo, no con el propósitode permanecer en él, sino para exigir una contribución sobre él o para devastarlo.La segunda vía es laque dirige nuestra acción con preferencia hacia allí donde cabe causar mayores daños aladversario. La tercera vía, sinduda en mayor grado la más importante, debido al gran número de casos en que se aplica,es el desgaste del enemigo. La idea de desgaste en una lucha implica un agotamiento gradual delpoder físico y de la voluntad del adversario por la prolongada continuidad de acción.

 

Si por nuestra parte queremos sobrevivir al enemigo debemos limitarnos a fijar objetivos lo más modestos posibles El objetivo más modesto que podemos plantearnos, empero, es la resistenciapura, la resistencia es algo activo, y mediante ella es posible que la destrucción causada surtaefecto, hasta el punto de lograr que el enemigo abandone su intento. Este será nuestroúnico propósito Por tanto, si la intención negativa, o sea, la concentración de todos los medios en unaresistencia pura, permite alcanzar una superioridad en el combate, y si esto resultasuficiente para equilibrar cualquier ventaja que pueda haber adquirido el enemigo,entonces la simple continuidad del combate será suficiente para conseguir, de formagradual, que la pérdida de fuerzas sufrida por el enemigo llegue a un punto en que suobjetivo político no tenga una adecuada compensación Este método de agotar al enemigo es el que caracteriza el grannúmero de casos en los que el más débil se impone ofrecer resistencia al más fuerte.

 

En la guerra existemás de una vía para alcanzar nuestros objetivos; que en ello no siempre estánecesariamente implicada la derrota del enemigo; que la destrucción de las fuerzas deladversario, la conquista de sus territorios, su simple ocupación, o invasión, las accionesdirigidas directamente a afectar las relaciones políticas y, finalmente, la espera pasiva delataque enemigo, son todos ellos medios, cada uno en particular, que cabe utilizar paradoblegar la voluntad del adversario, de acuerdo con las circunstancias especiales queconcurren, al tiempo que nos permiten esperar más de uno que del otro.

 

 

Dediquemos ahoranuestra atención a los medios. Uno solo es el que existe: es el combate.esto será siempre así, a pesar de la diversidad y complicación que ofrece larealidad, es algo que puede ser probado por una vía muy sencilla. Todo cuanto ocurre enla guerra, lo hace mediante las fuerzas militares; allí donde se emplea una fuerza, esdecir, hombres armados, la idea del combate tiene que prevalecer necesariamente porencima de todo.Por tanto, todo cuanto se relaciona con las fuerzas militares y, en consecuencia, todo

lo que pertenece a su creación, mantenimiento y empleo, es propio de la actividad de laguerra.

 

 

Cap. III. El genio para la guerra

 

Toda actividad de carácter especial exigecualidades especiales de entendimiento y temperamento. Cuando estas cualidades poseenun alto grado de excelencia y se ponen de manifiesto a través de realizaciones extraordinarias,se distingue al espíritu al cual pertenecen con el término de «genio». Pero no podemos ocuparnos del genio queha obtenido su título gracias a un talento superlativo, del genio propiamente dicho,porque este es un concepto que no presenta unos límites definidos. Lo que tenemos quehacer es considerar todas las tendencias combinadas de las fuerzas del espíritu hacia laactividad militar, y considerar entonces a éstas como la esencia del genio militar. Decimos tendencias combinadas, porque el genio militar no consiste en una cualidadúnica para la guerra, por ejemplo, el valor, al tiempo que pueden faltar otras cualidadesdel entendimiento o del carácter, o tomar una dirección inútil para la guerra, sino queresulta una combinación armoniosa de fuerzas, en la cual puede predominar una u otra,pero ninguna debe hallarse en oposición. Si se exigiera que cada combatiente poseyese en una medida u otra genio militar,probablemente nuestros ejércitos serían muy débiles, dado que, justamente porque elgenio implica una tendencia especial de las fuerzas del espíritu, sólo se dará en rarasocasiones, allí donde en un pueblo se presenten y sean adiestradas en aspectos muydiversos. Debe existir un balance entre el valor y la inteligencia y en esto influye el origen o el lugar donde procede el militar, generalmente de los campo sale el militar aguerrido y trabajador pero poco inteligente o desarrollado, mientras en las ciudades hay mucho intelecto pero falta de la energía ya que generalmente en las ciudades solo se actúa por interés y no por necesidad.

 

 

 

Cap. IV. Del peligro en la guerra

 

Por lo general, antes de experimentar lo que constituye en realidad el peligro nosformamos de él una idea que resulta más atractiva que repulsiva. En campo de batalla, bajo rigor del estremecedor ruido de proyectiles y granadas y ante el contacto con cadáveres cada militar actúa diferente, el hombre común nunca alcanza una plena frialdad y una elasticidad de espíritu natural. Comprobemos, por tanto, una vez más, que no bastan las cualidades comunes, lo cual será tanto más cierto en cuanto se amplíe el ámbito de actividad que haya de ser abarcado. Se requiere una entusiasta, estoica e innata valentía, una ambición imperiosa, o una dilatada familiaridad con el peligro, para que todos los efectos producidos en este medio cada vez más agravante no escapen a la medida que desde un despacho puede aparecer solamente como común. El peligro pertenece a la fricción propia de la guerra. Para comprenderlo de manera real se precisa apreciarlo correctamente, y es por esta razón por la que nos hemos referido a él en este capítulo.

 

 

Cap. V. Del esfuerzo físico en la guerra

 

Si no se consintiera que nadie pudiese dar su opinión sobre los acontecimientos de laguerra excepto en el momento en que se encontrara entumecido por el frío, sofocado porel calor y la sed o dominado por el hambre y la fatiga, sin duda contaríamos con muypocos juicios correctos objetivamente, pero lo serían por lo menos subjetivamente, esdecir, expondrían la relación exacta entre la persona que juzga y el objeto juzgado. Según nuestra opinión,ello indica la influencia que ejerce el esfuerzo físico y la importancia que debe darse aéste al emitir un juicio.El esfuerzo físico tiene ante todo que ser incluido en la guerra entre los muchosfactores cuyo valor no puede tasarse de forma tajante. Si bien sólo se trata aquí del esfuerzo que un comandante en jefe exige de su ejército,o que un jefe exige de sus subordinados, y se refiere, por lo tanto, al valor para recabarese esfuerzo y al arte para mantenerlo, no debemos, sin embargo, pasar por alto elesfuerzo físico exigible al mismo comandante. Tras haber efectuado escrupulosamentehasta aquí el análisis de la guerra, debemos tener en cuenta también el peso que entrañaeste extremo residual.Nos referimos al esfuerzo físico en particular porque, lo mismo que el peligro,pertenece a las causas fundamentales de la fricción, y porque su indefinida magnitud loconvierte en una masa elástica cuya fricción resulta, evidentemente, difícil de calcular.

Cap. VI. La información en la guerra

 

Con el término «información» significamos todo el conocimiento que poseemos sobre el enemigo y su territorio. De hecho constituye, por tanto, el fundamento de todos nuestros planes y nuestras acciones. Considérese la naturaleza de este fundamento, su incertidumbre y su volubilidad y bien pronto se tendrá la impresión de que la guerra es una estructura peligrosa, que puede desmoronarse fácilmente y sepultarnos entre sus escombros. Aunque en todos los libros se nos dice que sólo debemos confiar en la información segura y que no tenemos que dejar de ser desconfiados, esto no es más que un consuelo libresco, producto de esa sabiduría en que se refugian los artífices de sistemas y de compendios cuando no tienen nada mejor que decir. Una gran parte de la información que se obtiene en la guerra resulta contradictoria, otra parte más grande es falsa, y la parte mayor es, con mucho, un tanto dudosa. Lo que en este caso se puede exigir de un oficial es la posesión de cierto poder de discriminación que sólo puede obtenerse gracias al juicio y al conocimiento de los hombres y de las cosas. La ley de la probabilidad tiene que ser su guía. Esta no representa una dificultad insignificante, ni siquiera con referencia a los primeros planes, aquellos que se preparan en los despachos y que permanecen todavía fuera del ámbito real de la guerra; pero aquélla se acrecienta enormemente cuando en el fragor de la batalla un informe sigue al otro. Hay que dar gracias a la fortuna si estos informes, al contradecirse unos a los otros, producen una especie de equilibrio y provocan por sí mismos la crítica.

 

 

Cap. VII. Las fricciones en la guerra

 

Mientras no se tenga un conocimiento personal de la guerra no se podrá apreciar dónde residen las dificultades que encierra, ni la importancia que realmente asumen el genio y las extraordinarias cualidades espirituales que se le exigen a un comandante en jefe. Todo parece tan simple, parecen tan sencillas las formas de conocimiento requeridas, y tan fútiles sus combinaciones, que, en comparación con ellas, el problema más elemental de matemáticas superiores adquiere una significación científica evidente. Pero en cuanto se conoce la guerra, todo se vuelve inteligible. Sin embargo, resulta extraordinariamente difícil describir qué es lo que produce este cambio y designar con un nombre ese factor invisible y universalmente operativo. Todo es muy simple en la guerra, pero hasta lo más simple resulta difícil. Estas dificultades se acumulan y causan una fricción, de la cual nadie que no haya asistido a una guerra puede formarse una idea ajustada. Supongamos que un viajero decide, al finalde una jornada, realizar dos etapas más, lo que puede significarle cuatro o cinco horas por carretera, con caballos de posta. Al cubrir la penúltima etapa, no encuentra caballos o los encuentra en deficiente estado; luego le espera un terreno montañoso, caminos en mal estado, etc.; la oscuridad ya es completa, y el viajero, tras muchas dificultades, se alegra de haber alcanzado la próxima parada y de encontrar allí alguna comodidad, por escasa que sea. Del mismo modo ocurre en la guerra, debido a la influencia de innumerables circunstancias cuya insignificancia ha hecho que no las tomáramos en cuenta de antemano; todo nos deprime y nos aleja de nuestro propósito. Una poderosa voluntad de hierro supera esta fricción: pulveriza los obstáculos, pero al mismo tiempo destruye a la máquina. La fricción es la única concepción que de un modo bastante general corresponde a lo que distingue la guerra real de la guerra sobre el papel. La máquina militar, el ejército y todo lo que le corresponde, es en el fondo muy simple, y por esa razón parece fácil de manejar. Pero hay que tener presente que ninguna parte de esa máquina se compone de una sola pieza, sino que está compuesta de múltiples individuos, cada uno de los cuales mantiene su propia fricción hacia todas las direcciones. En teoría, esto suena muy bien: el jefe de un batallón es responsable de ejecutar la orden recibida, y como el batallón, por su disciplina, está como fundido en una sola pieza, y su jefe tiene que ser un militar de reconocida diligencia, la palanca gira sobre ese pivote de hierro con poca fricción. Pero no ocurre así en la realidad, y todo lo que encierra de exagerado y falso la concepción se pone inmediatamente de manifiesto en la guerra. Esta terrible fricción, que no se halla concentrada, como en la mecánica, en unos pocos puntos, aparece por lo tanto en todas partes en contacto con el azar, y produce así incidentes casi imposibles de prever, justamente porque corresponden en gran medida al azar. La acción en la guerra equivale a un movimiento en un medio penoso. Al igual que un hombre sumergido en el agua es incapaz de ejecutar incluso el más simple y natural de los movimientos, como es el de caminar, del mismo modo, en la guerra, mediante el uso de las fuerzas corrientes no podemos mantenernos siquiera en el plano de la medianía. Esta es la razón por la cual el teórico que actúa con corrección es como el maestro de natación que manda hacer en seco los movimientos que serán necesarios en el agua, los cuales pueden parecer ridículos y exagerados a quienes no piensan en la naturaleza del agua.

 

También es esta la razón por la cual los teóricos que nunca se han sumergido en ese elemento, o que no saben abstraer ninguna generalización de sus experiencias, se muestran faltos de práctica y hasta devienen absurdos, porque solamente enseñan algo que cualquiera sabe: caminar. En consecuencia, la fricción, o lo que aquí hemos denominado así, constituye lo que en la realidad convierte en difícil aquello que parece fácil. A medida que prosigamos con nuestra exposición saldrá a relucir más de una vez este tema, y por ello ha de resultar evidente que, además de la experiencia y una firme voluntad, se requieren algunas otras cualidades especiales del espíritu para hacer que un general se distinga por su excelencia.

 

Cap. VIII. Consideraciones finales al libro I

 

Hemos designado al peligro, al esfuerzo físico, a la información y a la fricción como elementos que concurren en la atmósfera de la guerra y hacen de ésta un medio penoso para la realización de toda actividad. El hábito fortalece el cuerpo sometido a los esfuerzos extremos, otorga fuerzas al pensamiento ante el peligro, afirma el juicio frente a las primeras impresiones. Por su intermedio se adquiere una valiosa presencia de ánimo en todos los niveles, desde el húsar y el tirador hasta el general de división, lo cual no deja de facilitar la tarea del general en jefe. No hay ningún general en jefe que pueda proporcionar a su ejército el hábito de la guerra, y los ejercicios en tiempo de paz sólo proporcionan un débil sucedáneo; débil en comparación con la experiencia que otorga la participación real en la guerra, pero no en relación con los ejercicios que en otros ejércitosse limitan a simples actos mecánicos de rutina. Esto se aplica incluso a los esfuerzos  físicos, que deben ser practicados, no tanto para acostumbrar el cuerpo a ellos, sino para adiestrar la mente. En la guerra, el soldado novel tiende a considerar los esfuerzos desusados como una consecuencia de faltas serias, errores y dificultades en la conducción del conjunto, y por esa razón se siente doblemente deprimido. Esto no le sucederá si ha sido preparado de antemano mediante ejercicios en tiempo de paz.

 

 

LIBRO II

Sobre la teoría de la guerra

 

Cap. I. Introducción al arte de la guerra

 

Las necesidades del combate han conducido a los hombres a efectuar invencionesparticulares con el fin de decantar en su favor las ventajas que aquél puede depararles.Como consecuencia de estos hallazgos, el combate ha experimentado grandes cambios,pero cualquiera que sea la dirección por la que se encamine, su concepto permaneceinalterado, siendo él el que define a la guerra.

 

El combate determina todo cuanto se refiere a las armas y los equipos, y éstos a suvez modifican la esencia del combate. En consecuencia, existe una relación recíprocaentre unos y otro.No obstante, el combate constituye una forma bastante peculiar de actividad, tanto sesupeditan a él; El combate determina todo cuanto se refiere a las armas y los equipos, y éstos a suvez modifican la esencia del combate. En consecuencia, existe una relación recíprocaentre unos y otro. En consecuencia, el arte de la guerra, en su verdadero sentido, es el arte de hacer usoen combate de los medios dados, y a ello no cabe asignarle un nombre mejor que el de«conducción de la guerra». Por otra parte, en el más amplio de los sentidos, todasaquellas actividades que concurren, por descontado, en la guerra ––todo el proceso de creación de las fuerzas armadas, es decir, el reclutamiento, el armamento, elequipamiento y el adiestramiento–– pertenecen a ese arte de la guerra.

 

La dirección de la guerra equivale, por lo tanto, a la preparación y la conducción delcombate. Si éste fuera un acto único, no habría necesidad de ninguna otra subdivisión.Pero el combate está compuesto de un número más o menos grande de actos aislados,cada uno completo en sí mismo, que llamamos encuentros Por lo tanto, siempre de acuerdo con nuestra clasificación, la táctica constituye laenseñanza del uso de las fuerzas armadas en los encuentros, y la estrategia, la del uso delos encuentros para alcanzar el objetivo de la guerra. Hemos afirmado en el libro I, capítulo II, que mientras se defina el combate o elencuentro como la única actividad directamente eficaz, los hilos conductores de todas lasactividades estarán incluidos en él, porque en él finalizan. Con esto queremos significarque así queda fijado el objetivo de todas las demás, y que éstas tratan entonces dealcanzarlo de acuerdo con las leyes que las atañen. Aquí convendrá dar una explicaciónmás detallada.

 

Posterior a los preparativos para la guerra, la fuerza, los medios y las armas también se deben considerar las actividades durante la guerra en si que comprenden las marchas, los campamentos, las instalaciones sanitarias, los servicios básicos y el mantenimiento del material y equipo.

 

 

Cap. II. Sobre la teoría de la guerra

 

1. Al principio se entendía por arte de la guerra tan sólo la preparación de las fuerzas armadas sólo aquellas ramas del conocimiento y de la habilidad que atañen a las cosasmateriales. La adaptación, la preparación y el uso de las armas, la construcción defortificaciones y trincheras, la organización del ejército y el mecanismo de susmovimientos, constituían el tema de esos conocimientos y habilidades y conducían a ladescripción de una fuerza armada que pudiera ser utilizada en la guerra.

 

2. La conducción de la guerra hizo su primera aparición en el arte del asedio se evidenció como tal por sus resultados,en la medida en que el pensamiento incorporaba nuevos objetos materiales, como son losataques, las trincheras, los contrataques, las baterías, etc.

 

3. Entonces la táctica trató de abrirse camino en la misma dirección trató de imponer al mecanismo de sus combinaciones el carácterde un orden universalmente válido y fundado en las propiedades particulares delinstrumento. Sin duda ello conduce al campo de batalla, pero no a una libre actividadmental. Por el contrario, con un ejército convertido en autómata, debido a la rigidez de laformación y del orden de batalla, y que sólo se ponía en movimiento gracias a la voz demando, se entendía que su actividad debía ser como el movimiento de un reloj.

 

4. La conducción real de la guerra apareció tan sólo de forma incidental y demanera solapada el libre uso de los medios disponibles,preparados con anterioridad ––y libres en el sentido de su adaptabilidad a las necesidadesmás específicas––, se pensó que no podía constituir el material para una teoría, sino quedebía ser dejada en las únicas manos del talento natural. las reflexiones erradas sobre esta materia se impusieron en elpensamiento de los hombres, pero en la mayor parte de los casos solamente aparecieronen memorias y narraciones, en forma incidental y, por así decirlo, de manera solapada.

 

5. Las reflexiones sobre los acontecimientos militares pusieron en evidencia la

necesidad de contar con una teoría surgió la necesidad urgente de contar con principios yreglas básicas que pusieran fin, de algún modo, a la controversia que, como es lógico, sehabía entablado respecto de la historia militar, resultado del conflicto de opiniones

 

6. Intentos para establecer una teoría positiva Surgió entonces el intento de establecer principios, reglas y hasta sistemas para laconducción de la guerra. Se estableció, en consecuencia, un fin positivo, sin que sevislumbraran de forma apropiada las innumerables dificultades que, en relación con ello,presenta la conducción de la guerra.

 

7. Limitación a los objetivos materiales Cuando los autores encontraron los inconvenientes propios del estudios de la guerra trataron de limitarlo y Pretendían, como ocurre en las ciencias quetratan de la preparación para la guerra, llegar a resultados perfectamente establecidos ypositivos y, como resultado de ello, tomar en consideración solamente aquello que pudieraconvertirse en materia de cálculo.

 

8. La superioridad numérica es el factor que pueden conducir a la victoria, debido a que, mediante combinaciones detiempo y de espacio, podía ser incluida en una codificación matemática.

 

9. Sustento de las tropas En un desarrollo más que nada teórico, Por esta vía se llegó realmente a cifras definidas, pero eran cifras basadas en uncúmulo de suposiciones bastante arbitrarias, que no pudieron superar la prueba de laexperiencia.

 

10. La base comprendía el sustento del ejército, el mantenimiento de sunúmero y de sus medios de avituallamiento, la seguridad de las comunicaciones con elpropio país y, finalmente, la seguridad de la retirada en caso de que ésta se hicieranecesaria. Todo ello para llegar a meros resultados geométricos, lo que carece totalmente devalor. Efectivamente, esta última cuestión es inevitable, si consideramos que no caberealizar ninguna de esas substituciones sin violentar la verdad y sin excluir algunas de lascuestiones que figuraban en las concepciones iniciales. Para la estrategia, la concepciónde una base es una necesidad real, y sin duda constituye un mérito haberla establecido;pero hacer un uso tal de ella, como el que se ha indicado, es totalmente inadmisible

 

11. Líneas internas A pesar de que este principioreposa sobre una base justa, la de que el encuentro es el único medio eficaz en la guerra,sin embargo, debido precisamente a su simple naturaleza geométrica, no constituye sinouna nueva parcialidad que de ningún modo debe privar sobre la vida real.

 

12. Todos estos intentos son reprobables tienen que ser considerados como unprogreso en el terreno de la verdad sólo en la medida en que son analíticos; en su partesintética son inútiles tanto en sus progresos como en sus reglas.

 

13. Excluyen al genio de las reglas ¡Ay del guerrero que tenga que arrastrarse en ese mezquino mundo de las reglas,carentes de valor para el genio, quien se considera superior a ellas y de las cuales en todocaso puede burlarse! Lo que el genio haga será siempre la más hermosa de las reglas, y lateoría no puede hacer nada mejor que mostrar cómo y por qué esto es así.¡Ay de la teoría que se oponga al espíritu! No podrá compensar esta contradiccióncon sumisión alguna, y cuanto más sumisa se muestre, tanto más pronto el menosprecio yel ridículo la alejarán de la vida real.

 

14. Dificultades de la teoría en cuanto se consideran las magnitudes espirituales Cualquier teoría encuentra fenomenales dificultades en el momento en que trata conmagnitudes espirituales. La arquitectura y la pintura son conscientes del lugar queocupan, mientras tengan que vérselas sólo con la materia; no hay discusión acerca de laconstrucción óptica y la mecánica. Pero estas reglas se diluyen en conceptos vagos tanpronto como empiezan a actuar los efectos espirituales, tan pronto como aparecenimpresiones y sentimientos.

 

15. En la guerra no cabe excluir las magnitudes espirituales su actividad nunca es dirigida únicamente contra la materia,sino siempre, al mismo tiempo, contra la fuerza espiritual que da vida a esa materia, y esimposible separar una de la otra. Pero las magnitudes espirituales pueden apreciarseúnicamente por medio de la visión interior, y ésta difiere en cada individuo y a menudovaría en la misma persona en distintos momentos y épocas.

 

16. Dificultad principal que entraña una teoría de la conducción de la guerra para deducir de ello el carácter que debe corresponder a dichateoría, habrá que examinar más de cerca las principales particularidades que determinanla naturaleza de la acción bélica.

 

17. Primera característica: fuerzas y efectos espirituales Teóricamente, tendemos a considerar el combatecomo una prueba abstracta de fuerza, como un fenómeno aislado en el cual los sentimientosno tienen intervención. Éste es uno de los muchos errores en que caendeliberadamente las teorías, porque nunca están dispuestas a apreciar las consecuenciasde ello.Además de esa exacerbación de los sentimientos que nace de la propia naturaleza delcombate, existen otros que no pertenecen esencialmente a él (la ambición, el deseo dedominio, exaltaciones de cualquier clase, etc.), pero que pueden asociársele fácilmentepor la afinidad de que hacen gala.

 

18. Las impresiones del peligro los efectos del peligro influyen en las emociones, ya sea de mododirecto, es decir, instintivamente, ya por medio del entendimiento. En el primer caso seprovocaría el deseo de escapar al peligro, y, si esto no pudiera lograrse, podría surgir elmiedo y la inquietud. Si este efecto no se produce, es el valor el que actúa como uncontrapeso para ese instinto. Sin embargo, el valor no constituye en forma alguna un actodel entendimiento, sino un sentimiento, del mismo modo que lo es el miedo. Este últimopersigue la preservación física, mientras que el valor busca la preservación moral.

 

19. Alcance de la influencia que ejerce el peligro: El peligro domina al jefe no sólo porque lo amenaza a él personalmente, sinotambién mediante la amenaza a todos aquellos que se hallan bajo sus órdenes; no sólo enel momento en que se hace presente en realidad, sino por medio de la imaginación entodos los momentos relacionados con el presente, y, por último, no sólo directamente, porsí mismo, sino también de manera indirecta, por la responsabilidad que asume, la cualprovoca que en la mente del jefe el peligro adquiera un peso diez veces mayor

 

20. Otras fuerzas emotivas surgen por todas parteslos intereses y la actividad múltiple de las pasiones, las buenas y las malas. La envidia yla nobleza de espíritu, el orgullo y la humildad, la cólera y la compasión, todas puedenhacer su aparición como fuerzas activas en el gran drama.

 

21. Cualidades mentales Cabe esperar cosas muy diferentes de una menteimaginativa, extravagante e inexperta, en comparación con las que proceden de unentendimiento frío y poderoso.

 

 

22. La diversidad de caminos que conducen al fin entrevisto surge de ladiversidad de características espirituales del individuo es producidaprincipalmente por la gran diversidad existente en la individualidad de las característicasespirituales, cuya influencia se hace sentir sobre todo en los grados superiores, porque seacrecienta a medida que se asciende en la escala jerárquica. Es esto asimismo lo que dalugar a que el juego de la suerte y la probabilidad participe en forma tan desigual en eldesarrollo de los acontecimientos.

 

23. Segunda cualidad: la rapidez de reacción gira en torno a su rápida reacción y la acciónrecíproca que ésta origina. Lo que se debe tener presentees el hecho de que la acción recíproca se opone a ser sometida a cualquier regularidad

 

24. Tercera cualidad el talento o el simplevaivén de la fortuna tendrán que servir de guía a falta de un saber objetivo.

 

25. Resulta imposible establecer un sistema positivo de reglas Por versátil que pudiera ser su construcción,se obtendría un resultado idéntico a aquel del cual ya hemos hablado: el talento y elgenio actuarían por encima de la ley, y la teoría se apartaría por completo de la realidad.

 

26. Vías posibles para una teoría Se presentan ante nosotros dos maneras de afrontar esta dificultad.En primer lugar, lo que hemos indicado respecto de la naturaleza de la acción militaren general no se corresponde del mismo modo a la acción en todos sus grados. En losinferiores se requiere mayor coraje para la abnegación, pero son infinitamente menoreslas dificultades que afrontan el entendimiento y el juicio.Pero también con una división objetiva del tema las dificultades no son las mismas entodas partes, sino que disminuyen en la medida en que los efectos se ponen de manifiestoen el mundo material y se acrecientan en la medida en que pasan a serlo del espiritual, yse transforman en motivos determinantes de la voluntad. En razón de ello resulta másfácil determinar la ordenación interna, el plan y la dirección de un encuentro mediantereglas teóricas que fijar el uso que cabe hacer del encuentro mismoEn suma, la táctica dispondrá con menosdificultad de una teoría que la estrategia.

 

27. La teoría debe ser una consideración, no una regla para la acción La segunda vía para la posibilidad de establecer una teoría es adoptar el principio deque no hace falta que ésta sea un cuerpo de reglas positivas, es decir, que no seaindefectiblemente una guía para la acción. Siempre que una actividad, en su mayor

Proporción, se halle referida a las mismas cosas, a los mismos fines y los mismos medios,incluso con pequeñas diferencias y la correspondiente variedad de combinaciones, esascosas deberán disponer de la capacidad de transformarse en objetos de consideraciónmediante la razón.

 

28. Bajo este punto de vista, la teoría se convierte en posible y deja decontraponerse a la práctica una teoría que sea útil y no se contraponga con larealidad. La conciliación con la práctica dependerá tan sólo de que sea utilizada de manerainteligente, haciendo desaparecer por completo esa diferencia absurda entre teoría ypráctica, producida a menudo por teorías erróneas, alejadas del sentido común, y que hansido con frecuencia manejadas por mentes ignorantes y de criterio estrecho que insistenen continuar en su ineptitud.

 

29. La teoría, pues, toma en consideración la naturaleza de los fines y de losmedios. Fines y medios en la tácticaEn la táctica, los medios están constituidos por las fuerzas armadas adiestradas, quehan de llevar a cabo el combate. El fin es la victoria. Más adelante, al considerar elencuentro, explicaremos esta idea de manera más precisa.

 

30. Circunstancias que acompañan siempre el uso de los medios Estas circunstancias son el lugar del encuentro (el terreno), la hora del día y el estadodel tiempo.

 

31. El lugar del encuentro

 

32. La hora del día

 

33. Estado del tiempo

 

34. Fines y medios en la estrategiaLa victoria, es decir, el éxito táctico, en principio es tan sólo un medio para laestrategia y en última instancia, los hechos que han de conducir a la paz son los queconstituyen su objetivo final. El empleo de ese medio para alcanzar el objetivo va acompañadotambién de circunstancias que ejercen más o menos influencia sobre él.

 

35. Circunstancias que acompañan el uso de los medios de la estrategia Estas circunstancias son la región y el terreno, incluyendo en primer lugar el territorioy los ocupantes del escenario de la guerra; luego, la hora del día y la época del año; y,finalmente, el tiempo, en particular en sus manifestaciones menos comunes, como lasheladas pertinaces, etcétera.

 

36. Estas circunstancias posibilitan la adopción de nuevos medios Al combinar estas cosas con el resultado de un encuentro, la estrategia (y por lo tanto el encuentro) da un significado particular a este resultado, asignándole un objetivoespecial. Pero tal objetivo tendrá que ser considerado como un medio, por cuanto no

conduce directamente a la paz y es, en consecuencia, un objetivo subordinado. En consecuencia, restarán sólo como objetivos los que conduzcan directamente a lapaz. La teoría ha de abarcar todos estos fines y medios de acuerdo con la naturaleza desus efectos y de sus relaciones recíprocas.

 

37. La estrategia extrae únicamente de la experiencia los fines y los medios quehan de ser abarcados Una de las grandes ventajas de este método es que la teoría no puede perderse ensutilezas, artificios y ficciones, sino que debe continuar siendo práctica.

 

38. Hasta dónde debería abarcar el análisis de los medios sólo hasta el punto en que los diferentes componentes se pongan en evidencia para el uso que se considere oportuno.

 

39. Necesidad de una gran simplificación del conocimiento Así, resulta fácil percibir que se ve muy simplificado el número de materias quepuede elaborar la teoría y que es muy limitado el conocimiento requerido para laconducción de la guerra.

 

40. Esto explica por qué se forman tan rápidamente los grandes generales y porqué los generales no son hombres de estudio debido a que elentendimiento humano se ejercita con el tipo de conocimientos que se le imparte y por ladirección que se imprime a sus ideas. Únicamente lo que es grande puede crear grandeza:lo pequeño determinará sólo pequeñez, si es que la mente no lo rechaza como algo que lerepugna.

 

41. Primera contradicción Debido a que no se tuvo en cuenta esta simplicidad del conocimiento requerido parala guerra, sino que fue confundido con todo el enojoso conjunto de conocimientos yhabilidades subordinadas de que está provisto, sólo se pudo solucionar la contradicciónobvia en que se vio sumergido ante las manifestaciones del mundo real, asignando toda latarea al genio, que no necesita ninguna teoría y para el cual se descartaba que ésta debierahaberse formulado.

 

42. Por esta razón fue negado el uso del conocimiento y todo fue atribuido altalento natural Las personas dotadas de sentido común comprendieron cuán distante se halla el geniode orden superior del pedante ilustrado. En cierta manera se convirtieron enlibrepensadores, rechazaron toda creencia en la teoría y sostuvieron que la conducción dela guerra era una función natural del hombre, que éste ejecuta más o menos bien deacuerdo con las aptitudes mayores o menores que posea para esa tarea. No puede negarseque tales personas se hallaban más cerca de la verdad que los que asignaban un valor alfalso conocimiento, pero al mismo tiempo cabe advertir que el punto de vista del cualpartían no es sino una exageración.

 

43. El conocimiento debe variar con el grado el conocimiento requerido debe variar de acuerdocon la posición que ocupa el jefe. Si es de grado inferior, su conocimiento estará dirigidohacia objetivos menos importantes, y más limitados, mientras que, si su posición es máselevada, los objetivos serán mayores y más amplios.

 

44. En la guerra el conocimiento es muy simple, pero no muy fácil en realidadllevarlo a la práctica no resulta muy fácil. Ya nos hemos referido en el libro I a las dificultadesa que por lo general está sujeta la acción en la guerra; pasaremos aquí por altoaquellas que sólo pueden ser superadas mediante el valor y mantendremos que laactividad adecuada de la inteligencia únicamente es simple y fácil en las posiciones inferiores,pero que su dificultad se acrecienta a medida que nos elevamos de grado, y la posición más encumbrada, la del general en jefe, es considerada como una de las cosasmás difíciles de asumir por la mente humana.

 

45. Naturaleza de este conocimiento el conocimiento idóneo para ocupar una posición elevada en la actividadmilitar se distingue por el hecho de que solamente puede ser adquirido mediante untalento especial para la observación, es decir, para el estudio y la reflexión, el cual, comoinstinto intelectual, sabe cómo extraer la esencia de los fenómenos de la vida, del mismomodo que las abejas preparan la miel, cuya esencia han extraído de las flores. Esteinstinto también puede ser adquirido a través de la experiencia de la vida, tanto como porel estudio y la reflexión. La vida, con sus ricas enseñanzas, no producirá nunca unNewton o un Euler, pero puede muy bien producir el poder superior de cálculo que poseíanun Condé o un Federico el Grande.

 

46. El conocimiento tiene que convertirse en capacidad tiene quellegar a formar por completo parte de uno mismo. En casi todas las otras artes yactividades de la vida, la persona que actúa puede servirse de verdades que ha aprendidouna sola vez, pero de las cuales ya no percibe su sentido ni su espíritu, sino que las extraede libros polvorientos. Incluso las verdades que maneja y usa diariamente puedenconvertirse para ella en algo completamente externo.

 

Creemos haber explicado, mediante estas reflexiones, el problema que entraña unateoría de la conducción de la guerra e indicado cómo puede ser éste resuelto. De los dosámbitos en que hemos dividido la conducción de la guerra, la táctica y la estrategia, lateoría de la segunda, como hemos manifestado antes, es la que presenta, sin duda alguna,las dificultades mayores, porque la primera está limitada casi enteramente a un conjuntocircunscrito de objetos, mientras que la última, en lo que se refiere a los objetivos queconducen directamente a la paz, tiene ante sí un campo indefinido de posibilidades. Perocomo es el general en jefe el único que no ha de perder de vista estos fines, la parte de laestrategia en la que actúa estará también particularmente afectada por esta dificultad.

 

En la estrategia, especialmente cuando se trate de realizar actos de primera magnitud,la teoría se detendrá mucho menos que la táctica en la pura consideración de las cosas. Secontentará con proporcionar a la persona que actúa una visión de las cosas que, mezcladacon la totalidad del pensamiento, otorgue a su desarrollo soltura y seguridad, sin ponerlajamás en oposición consigo misma, a fin de mantenerse adherida a una verdad objetiva.

 

 

Cap. III. Arte de la guerra o ciencia de la guerra

 

1. El uso que hace de ello el idioma todavía no es conforme

La elección entre los términos de arte y ciencia yque nadie sabe sobre qué base ha de ser decidida, pese a la sencillez que preside el tema.Ya hemos afirmado en otra parte que el conocimiento es algo distinto de la capacidad. Ladiferencia es tal, que no debería confundirse uno con otra. La capacidad no puede sercontenida, en forma adecuada, en los límites de un texto y el «arte» nunca tendría quefigurar, en consecuencia, en el título de un libro. Pero, debido a que nos hemosacostumbrado a colocar juntas las ramas de conocimiento requeridas para la práctica deun arte (ramas que por separado pueden constituir una ciencia entera) bajo la denominaciónde «teoría del arte», o simplemente «arte», resulta coherente mantener estadistinción y llamar arte a todo, cuando el objetivo es la capacidad creadora (porejemplo, el arte de edificar), y ciencia, cuando se trata simplemente de conocimiento (como en las matemáticas, por ejemplo, y en la astronomía). Es evidente, y convendríano confundirse en ello, el hecho de que en cada teoría individual del arte puedan aparecerciencias enteras. Pero también cabe hacer notar que resulta casi imposible la existencia de un conocimiento sin arte.

 

2. Dificultades para separar el conocimiento del juicio

Todo pensamiento constituye, en verdad, un arte. Elconocimiento del espíritu es juicio y, en consecuencia, arte, y finalmente lo es también elconocimiento mediante los sentidos. Resulta tan imposible imaginar a un serhumano que posea tan sólo la facultad del conocimiento sin la del juicio como lo inverso,y así el arte y el conocimiento nunca pueden separarse completamente el uno del otro Si el objetivo es la investigación y el conocimiento, allíreina la ciencia. En consecuencia, resulta evidente que corresponde más hablar de «artede la guerra» que de «ciencia de la guerra».la guerra no es ni arte niciencia en el verdadero sentido de la palabra, y que es precisamente por haber adoptadoese punto de partida ideológico por lo que se ha tomado una falsa dirección, y lo que hadeterminado que se colocara a la guerra al nivel de otras artes y otras ciencias, y conducidoa establecer muchas analogías erróneas.

 

Ciertamente se había advertido ya antes sobre ello y a partir de esa base se habíasostenido que la guerra es un oficio. Pero con esta afirmación fue más lo que se perdióque lo que se ganó, ya que un oficio es tan sólo un arte inferior y, como tal, está sujeto aleyes más definidas y rígidas.

 

3. La guerra constituye una acción de la relación humana

La guerra no pertenece al terreno de las artes o delas ciencias, sino al de la vida social. Es un conflicto de grandes intereses, resueltomediante derramamiento de sangre, y solamente en esto se diferencia de otros conflictos. la política constituyela matriz en que sedesarrolla la guerra, dentro de la cual yacen esbozadas sus formas generales, al igual quelas cualidades de las criaturas vivientes se contienen en su embrión.

4. Diferencia

Consiste en que la guerra no constituye una actividad de lavoluntad que se ejerza, como en las artes mecánicas, sobre la materia inerte, ni como elentendimiento y las emociones humanas en las bellas artes, sobre objetos que, si bienvivientes, son, sin embargo, pasivos e inactivos, sino que atañe a elementos vivientes ycapaces de reaccionar.

 

En este libro se analizará, en parte, si ese conflicto de elementos vivientes, tal comosurge y se resuelve en la guerra, está sujeto a leyes generales, y si esas leyes puedenfacilitar una guía útil para la acción. Pero esto es, en gran medida, de por sí evidente, osea que, al igual que cualquier otro tema que no exceda nuestra capacidad decomprensión, puede ser enfocado o más o menos esclarecido en sus íntimas relacionespor una mente inquisidora, y esto solo resulta suficiente para establecer el concepto de lateoría.

 

 

Cap..IV. Metodología

 

Por metodología entendemosla determinación de la acción por medio de métodos y no de principios generales oregulaciones individuales. Cuando ello ocurre, hay que suponer necesariamente que loscasos tratados con dicho método serán iguales en sus rasgos esenciales. Como estodifícilmente será así, el problema consiste en que deberían serlo tanto como fuera posible;en otras palabras, el método debería basarse en los casos más probables. Por lo tanto, lametodología no se funda en premisas particulares y definidas, sino en la probabilidadmedia de casos análogos, y su tendencia final es establecer una verdad media, cuyaaplicación uniforme y constante adquiera, a medida que avanza, la naturaleza de unadestreza mecánica, que termina por actuar con competencia casi inconscientemente.

 

Las regulaciones y los métodos son incorporados a la conducción de la guerra por lasteorías de la preparación, en la medida en que se insuflen, a modo de principios activos,en las tropas ya formadas. Todas las instrucciones para las formaciones, los ejercicios ylos servicios de campaña son regulaciones y métodos. En los ejercicios de instrucciónpredominan las primeras, y en las instrucciones de servicios de campaña, los últimos. Laconducción real de la guerra va unida a ellos; recurre a ellos, por tanto, a modo de formasdadas de procedimiento, y raíz de tal carácter tienen que integrar la teoría de laconducción de la guerra.Pero para aquellas actividades que conserven una libertad de uso de esas fuerzas nopuede haber regulaciones, esto es, no puede haber instrucciones definidas, precisamente

porque esto excluiría la libertad de acción. Los métodos, por otra parte, constituyen unaforma general de realizar una tarea, a medida que vayan apareciendo, sobre la base, talcomo ya pusimos de relieve, de la probabilidad media. Como conjunto que aporta principiosy reglas aptos para ser aplicados, pueden formar ciertamente parte de la teoría de laconducción de la guerra, siempre que no adopten una representación diferente de lo queson en realidad, o se presenten como leyes de acción absoluta y de relación necesaria(sistemas), sino como la mejor forma que puede ser aplicada o sugerida como vía máscorta en lugar de una decisión individual.

Además de su carácter indispensable, cabe asimismo atribuir a la metodología unaventaja positiva, es decir, el hecho de que, mediante la aplicación constante de fórmulasinvariables, se gana en rapidez, precisión y firmeza en la dirección de las tropas, lo cualconduce a una disminución de la fricción natural y permite a la maquinaria moverse conmayor presteza.

 

El método, por tanto, tendrá un uso más general y resultará más indispensable en lamedida en que las personas actuantes ocupen un menor puesto jerárquico, mientras que,al ascender en la escala, ese uso disminuirá, hasta desaparecer por completo en lasposiciones más elevadas. Por dicha razón, más indicado estará en la táctica que en laestrategia.

 

Hasta dónde cabe asumir la metodología de las acciones militares queda naturalmentesupeditado no a la escala jerárquica, sino a la realidad de las cosas. Y esto afecta a lasposiciones más elevadas en un grado menor, debido solamente a que esas posicionescuentan con un mayor campo de acción. Un orden permanente de batalla, una formaciónpermanente de avanzada y vanguardia, constituyen sendos ejemplos de métodosrutinarios mediante los cuales el general no sólo coarta la capacidad de decisión de sussubordinados, sino también, en ciertos casos, la suya propia.

 

Mientras no exista de por medio una teoría aceptable, esto es, mientras no se dispongade una forma inteligible para la conducción de la guerra, la metodología ––la rutina en losmétodos–– debe inmiscuirse ––aún en las esferas más elevadas de actividad, ya que losque las integran no siempre se han formado a través del estudio y el contacto con lascapas superiores de la vida. Al propio tiempo, no sería ni posible ni justo eliminar por completo de la conducciónde la guerra la metodología subjetiva; por el contrario, ésta debe ser considerada comouna manifestación de la influencia que ejerce el carácter general de la guerra sobre susacontecimientos aislados, la cual solamente puede ser asumida de esa forma si la teoríano ha podido preverla y tomarla en cuenta.

 

 

Cap. V. Crítica

 

La vida práctica siempre se ejerce más pormedio de la crítica que por medio de la instrucción, ya que la crítica equivale a laaplicación de verdades teóricas a acontecimientos reales.

En principio tenemos que diferenciar la narración crítica de la narración simple de losacontecimientos históricos, la cual sitúa simplemente las cosas una al lado de la otra y alo sumo toma en cuestión sus relaciones causales más inmediatas.

 

En esa narración crítica se hacen patentes tres actividades distintas delentendimiento. En primer lugar, el descubrimiento y la constatación histórica de los hechos dudosos.Nos encontramos aquí con la investigación histórica pura, que no tiene nada en comúncon la teoría.En segundo lugar, la deducción del efecto, partiendo de sus causas. Esto es lainvestigación crítica propiamente dicha, que resulta indispensable para cualquier teoría,porque, en teoría, todo lo que ha de ser establecido, sustentado o incluso sólo explicado através de la experiencia únicamente puede ser resuelto de esta forma.En tercer lugar, la constatación de los medios empleados, es decir, la críticapropiamente dicha, que contiene elogios y reproches. Es aquí donde la teoría resulta útil ala historia, o más bien a la enseñanza que se deriva de ella.

 

En estas dos últimas partes, estrictamente críticas, de la consideración histórica, tododepende de la investigación de las cosas hasta sus elementos finales, o sea, hasta lasverdades que permanecen fuera de toda duda, y no de la detención a mitad de camino consuposiciones arbitrarias o hipótesis, sin seguir adelante, como sucede tan a menudo.

 

La investigación crítica encuentra también otra de carácterintrínseco muy profunda en el hecho de que en la guerra los efectos rara vez proceden deuna sola causa, sino de varias causas unidas, y, en consecuencia, no basta reconstruir condisposición sincera e imparcial las series de acontecimientos hasta sus comienzos, sinoque además es necesario asignar el valor que les corresponde a cada una de las causasoriginarias. Por lo tanto, ello conduce a una investigación más detallada de su naturaleza,y es así como la investigación crítica puede derivar hacia el terreno propio de la teoría. Hemos visto que, en la crítica, todo consiste en alcanzar verdades que estén fuera decualquier duda, es decir, no detenerse en proposiciones arbitrarias que no sean válidaspara otros, a las que se oponen entonces otras afirmaciones quizás igualmente arbitrarias,de modo que no habrá límite para los pros y los contras y el conjunto carecerá deresultados y, por lo tanto, de valor como enseñanza. La investigación de las causas y la constatación de losmedios conducen al terreno de la teoría, es decir, al terreno de la verdad universal que nose deduzca únicamente del caso individual que se está examinando.

 

El autor coloca ejemplos históricos de como las acciones de Bonaparte lo llevaron al éxito, no porque sus objetivos, sus medios y sus planes fueran los que históricamente pasaron, sino que él se adaptó al momento y a las circunstancias, queda en el historiador y en el crítico el justo juicio y criterio para evaluar cómo se desarrollaron los acontecimientos según las pruebas, registro, carácter de cada protagonista de las batallas. Evidentemente, ello puede conducir, a veces, a un terreno muy amplio deinvestigación, donde es fácil perderse y en el que prevalecen las dificultades, porquedeben avanzarse gran número de suposiciones sobre cosas que no han sucedidorealmente, pero que eran probables y, en este sentido, no pueden dejar de serconsideradas. La consideración crítica noconstituye una mera constatación de los medios empleados realmente, sino un examen detodos los posibles, que, por lo tanto, primero deben ser descubiertos y especificados; y,evidentemente, no estamos en disposición de desdeñar ningún medio en particular, amenos que seamos capaces de especificar uno mejor. Sin embargo, por pequeño que seael número de combinaciones posibles en la mayoría de los casos, debe admitirse queseñalar las que no han sido usadas no constituye un simple análisis de las cosas reales,sino una realización espontánea que no se deja prescribir sino que depende de la capacidadde producción de la mente.

 

Naturalmente, al considerar los medios, a menudo el crítico debe recurrir a la historiamilitar, ya que en el arte de la guerra la experiencia tiene mayor valor que cualquierverdad filosófica. Pero sin duda esta evidencia histórica se halla sujeta a sus propiascondiciones, que trataremos en un capítulo especial; y por desgracia, estas condiciones secumplen tan raras veces que, por lo general, las referencias históricas sólo sirven paraaumentar la confusión de las ideas.

 

La crítica, después de haber sopesado todo lo que integra el cálculo y laconvicción humanos, permitirá que el resultado sea la norma para juzgar esa parte dondela correlación profunda y misteriosa de las cosas no da forma a fenómenos visibles, y porun lado protegerá a este juicio sereno ante una autoridad superior basada en un tumultode opiniones imperfectas, mientras que, por el otro, rechazará el burdo abuso que puedahacerse de esa instancia suprema. Este veredicto del resultado tiene, en consecuencia, queproporcionarnos lo que la sagacidad humana no puede descubrir, y esto será exigido,principalmente, por las condiciones y las actividades de la mente, en parte porque lomenos que éstas admiten es que se forme con ellas un juicio aceptable, y en parte debidoa que su íntima relación con la voluntad les permite ejercer más fácilmente una mayor influencia.

 

Es verdad que, como ya hemos observado, en todos los casos en que sería muycomplicado definir la naturaleza real de las circunstancias la crítica debe confiar en lasverdades que la teoría ha establecido sobre ese punto. Pero del mismo modo que en laguerra la persona que actúa se somete a estas verdades teóricas, no porque las considerecomo leyes exteriores e inflexibles, sino porque ha asimilado el espíritu de esas verdades,también la crítica debería utilizarlas no como ley exterior o fórmula algebraica cuyaverdad no necesita ser demostrada en cada caso, sino que debería permitir que esasverdades brillaran desde el principio hasta el fin, dejando sólo a la teoría la prueba máspormenorizada y circunstancial.

 

 

 

Cap. VI. De los ejemplos

 

Los ejemplos históricos aclaran todas las cuestiones y proporcionan, por añadidura, eltipo de prueba más convincente en el terreno empírico del conocimiento. Esto reza parael arte de la guerra más que para cualquier otro. El general Scharrihorst, cuyo compendiosobre la guerra real es el mejor de todos cuantos hayan sido escritos, declara que losejemplos históricos constituyen en este tema la parte más importante, y los utiliza deforma admirable. Si hubiera sobrevivido a la gran guerra en la que cayó, nos habríaproporcionado una prueba aún más explícita del espíritu observador y esclarecedor con elque trataba todas sus experiencias.

 

Sin duda, los conocimientos que constituyen la base del arte de la guerra pertenecen alas ciencias empíricas. Pero si bien derivan principalmente de la naturaleza de las cosas,sin embargo, en su mayor parte sólo partiendo de la experiencia podemos llegar aconocer la esencia de esa naturaleza. Además, la aplicación práctica es modificada portantas circunstancias, que los efectos nunca pueden ser percibidos por completo a partirde la mera naturaleza de los medios. Pero ningún campo empírico del conocimiento, y en consecuencia ninguna teoría dela guerra, puede complementar siempre sus verdades con pruebas históricas; en ciertamedida, también sería difícil ilustrar cada caso individual con la única base de laexperiencia.

 

Si en la guerra cierto medio se muestra muy eficaz, se tiende a repetirlo. Uno copia alotro, y el medio llega a ser una forma corriente y de uso, con base en la experienciaocupando su lugar en la teoría, que se contenta con recurrir a la experiencia, para indicarsu origen, pero no para demostrar su eficacia.

 

Si consideramos más detenidamente el uso de un ejemplo histórico, podemosdistinguir fácilmente cuatro puntos de vista.

 

En primer lugar, cabe ser usado simplemente como explicación de una idea. En todadiscusión abstracta resulta muy fácil ser mal comprendido o completamente ininteligible.Cuando un autor teme incurrir en ello, recurre a los ejemplos históricos, que servirán parapresentar más claramente sus ideas y asegurarse de que es comprendido por sus lectores.

 

En segundo lugar, puede servir como aplicación de una idea, porque por medio de unejemplo se crea la ocasión de mostrar la acción de esas circunstancias menores que nopueden ser percibidas por la expresión general de una idea, ya que en ello consiste,precisamente, la diferencia entre la teoría y la experiencia. En uno y otro caso nosreferimos a ejemplos verdaderos.

 

En tercer lugar, podemos considerar especialmente el hecho histórico parafundamentar lo antes dicho. Esto basta en todos los casos en que se desea comprobar lamera posibilidad de un fenómeno o un efecto.

 

En cuarto y último lugar, cabe deducir alguna teoría de la presentación circunstancialde unos hechos históricos y de la comparación entre alguno de ellos, teoría que encuentraentonces su prueba verdadera en este mismo testimonio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APRECIACION PERSONAL

 

El estudio de la guerra requiere ir de lo simple a lo complejo, la guerra tiene un espectro tan amplio que no existe nación que su historia se exima de haber vivido las consecuencias de una guerra; y como consecuencia, la preparación constante para su defensa y el empleo hábil de la política para dirigir la nación bajo el concepto de paz pero sin obviar la preparación para la defensa.

 

Cada elemento que conforma la guerra, cada hecho histórico, cada guerra registrada en la historia a sentado las bases de cada nación y podemos comprender que la guerra es el medio donde se equilibran las fuerzas, los medios, las tácticas y las estrategias para que una nación subsista o se someta a la voluntad de otra.

 

La guerra no es solo fuerza, requiere de la inteligencia y del estudio de cada elemento que pertenece a ella y la mejor forma de ejercitarlo es haciendo de ella un juego donde la política emplea la guerra como medio para alcanzar sus fines u objetivos.

 

La guerra ha sido y será parte de la vida del hombre, los contextos y las circunstancias seguirán cambiando pero las el fin y el objetivo de la misma será doblegar la voluntad del adversario y llevar a cabo sus objetivos al precio que sea.

 

Las enseñanzas de esta obra debe ser guía para todo oficial, y no debe ser la única, hay que leer las obras de Plutarco, Tucidides, Flavio Vergecio Renato, Montecucoli, Napoleon Bonaparte y todos aquellos autores que han consagrado su conocimiento y estudios a esta ciencia que exige del conocimiento y de la genealidad de los comandantes.

 

No puedo aportar algo que en la obra no se haya abarcado, mi aporte y apreciación está a dedicar más tiempo al estudio y análisis de las obras que estudian la guerra para que en el momento que corresponde materializarlas, ejecutarlas o planearlas podamos considerar todos los elementos que implican porque las afecciones y consecuencias van más allá de la victoria, más allá de la conquista y másallá de la fuerza.

 

Los nuevos centros de poder, la tecnología, la información, la globalización, la escases de recursos naturales muy pronto crearan condiciones que justifiquen la guerra, preparémonos guiados por estas fuentes para que los resultados no sean más perdidas de la humanidad ni retraso de nuestra civilización.

 

 

 

 

 

 

 

CONCLUSIONES

 

1.    El libro I explica las concepciones básicas de la naturaleza de guerra y sus implicaciones debemos estudiar este fenómeno de la “guerra” de lo simple a lo complejo.

 

2.    La Guerra es mucho mas que la continuación de la política por otros medios.

 

3.    Considerar todas las tendencias de las fuerzas y del espíritu hacia la actividad militar como la esencia del genio militar.

 

4.    La guerra se prepara desde la paz.

 

5.    La guerra es arte y ciencia que requiere intelecto, genio e intuición.

 

6.    La guerra requiere metodología, flexible y exigente.

 

7.    La crítica hace más que el estudio, los ejemplos históricos lo comprueban y nos llevan a ser detallistas y creativos  en los análisis y evaluaciones de cada acto de defensa u ofensiva